Iberoamérica.
Un equipo estadounidense de científicos ha logrado por primera vez cultivar plantas en muestras de regolito lunar, lo que supone un avance de cara a hacer más autosuficientes las misiones espaciales en el futuro.
El grupo liderado por Rob Ferl, de la Universidad de Florida, consiguió, después de años de intentarlo, que la agencia aeroespacial de Estados Unidos, NASA, le cediera 12 gramos de polvo de la Luna, obtenido en las misiones Apolo 11, 12 y 17.
Para su experimento, cuyos resultados se publican este jueves en «Communications Biology», compararon la evolución de semillas de Arabidopsis thaliana, un tipo de berro nativo de Eurasia y África, en ese suelo lunar y en varias muestras de ceniza volcánica de la Tierra, que presenta unas características similares.
Los investigadores comprobaron «con sorpresa» que las plantas germinaban en el regolito -lo que supone un hito histórico-, si bien constataron que crecían peor que en la ceniza terrestre.
Así, las que estaban en suelo lunar crecieron «más lentamente, tardaron más en desarrollar hojas expandidas y tenían raíces más atrofiadas» que las que se encontraban en tierra volcánica, explican en su artículo en la publicación del grupo Springer Nature.
Los investigadores señalan que, si bien algunas plantas cultivadas en el polvo de la Luna tenían una forma y color similar a las plantadas en la ceniza, otras «aparecían atrofiadas y contenían pigmentos negros-rojizos», lo que es indicativo de estrés.
Cuando hicieron un análisis genético de tres plantas que eran más pequeñas y oscuras, vieron que contenían más de un millar de genes a niveles diferentes que los de los ejemplares que crecían en suelo volcánico, en su mayoría relacionados con el estrés.
Además, los científicos constataron que las plantas cultivadas en las muestras recogidas por el Apolo 11, que habían estado expuestas más tiempo a la superficie lunar, no crecían tan bien como las del Apolo 12 y 17 y diferían más en la expresión genética respecto a las ubicadas en tierra volcánica.
Las plantas de las muestras del Apolo 11, 12 y 17 «presentaban, respectivamente, 465, 265 y 113 genes a diferentes niveles, de los cuales el 71 % se vinculaba al estrés causado por sales, metales y moléculas reactivas con oxígeno», señalan.
Los expertos conjeturan que «los rayos cósmicos y el daño del viento solar en la superficie lunar, así como la presencia en ese terreno de pequeñas partículas de hierro, podrían inducir una respuesta de estrés en las plantas y afectar a su desarrollo».
Los autores instan a realizar más estudios sobre la interacción entre las plantas y el suelo lunar para eventualmente conseguir cultivar vegetales de manera eficiente en la superficie de la Luna.
La posibilidad de cultivar en ese astro se considera un paso esencial para hacer misiones espaciales de larga duración, con la idea de que los astronautas pudieran producir su propia comida en el espacio sin necesidad de volver a la Tierra a reabastecerse.
En enero de 2019, la misión china Chang’e-4 logró cultivar la primera planta en la Luna, pero murió al cabo de ocho días terrestres.
La planta vivía en un recipiente especial con tierra a bordo de la sonda Chang’e-4, que alunizó en la cara oculta de la Luna el 3 de enero de ese año, y se cree que esa minibiosfera no sobrevivió la extremadamente fría noche lunar.
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