Chile.

El lago Peñuelas, en la región chilena de Valparaíso, agoniza tras años de sequía. Hasta hace poco los pescadores sacaban de ahí pejerreyes y peces carpa de hasta 30 centímetros y más de un kilo de peso. Pero 12 años de pocas precipitaciones han transformado el estanque en casi un desierto.

Centenares de gaviotas, garzas y jotes tratan de sobrevivir en la pequeñísima superficie en la que aún queda agua. Según el último reporte de la Empresa Sanitaria de Valparaíso, el volumen de Peñuelas alcanza apenas a 170 mil metros cúbicos, lo que representa un 0,2 por ciento de su capacidad total.

“Esos embalses ya no han tenido la posibilidad de volver a llenarse. Entonces, año tras año, van perdiendo volumen. Y eso es lo que estamos observando hoy día, embalses. Ahora lo estamos viendo en otros, como por ejemplo el lago Viñuela, y lo estamos viendo en acuíferos en toda la zona, cuyos niveles han ido disminuyendo progresivamente”, explicó James McPhee, director del Centro Avanzado de Tecnologías del Agua.

El futuro no es muy auspicioso para el lago ni para otros embalses, especialmente de la zona central de Chile. En el hemisferio sur, el centro y sur de Chile, junto a Nueva Zelanda y Madagascar, registran un tercio menos de precipitaciones que hace 40 años. Y debido al calentamiento global, es muy probable que los inviernos áridos se presenten con mucha más frecuencia.

“Desafortunadamente, nosotros vamos a continuar viviendo un proceso de certificación en la zona central. Y eso es una cosa que la única manera de detener ese proceso de desertificación es deteniendo el calentamiento global. Y la única manera de detener el calentamiento global es que el mundo, no solamente Chile, abandone el uso de combustibles fósiles”, manifestó Raúl Cordero, experto en cambio climático.

Actualmente más del 50% de los municipios de Chile, abarcando 8,5 millones de personas y un tercio de la superficie del territorio nacional, se encuentra bajo un decreto oficial de escasez hídrica. Estos decretos permiten aplicar instrumentos para disminuir el impacto de la sequía, como autorizar extracciones de aguas superficiales o subterráneas, repartir agua en camiones cisternas en zonas rurales u optimizar el consumo de agua en las labores agrícolas.

“Nosotros vamos a tener que independizarnos de la lluvia. La situación es poco probable que mejore, ni en el mediano ni en el largo plazo. Nosotros nos enfrentamos, en el mejor de los casos, 30 años por delante en los que las precipitaciones podrían continuar disminuyendo”, comentó Raúl Cordero.

Junto a Los Aromos, el lago Peñuelas abastece a casi 2 millones de habitantes de esta región.