Perú.
Las turberas de la Amazonía peruana son más extensas de lo que se pensaba y almacenan casi el doble del carbono estimado: alrededor de 5.400 millones de toneladas, cantidad equiparable a la que albergan todos los bosques de Perú, pero en solo el cinco por ciento de su superficie, por lo que su conservación representa un creciente desafío para mitigar el cambio climático, advierte un nuevo estudio.
Esa cifra es resultado de un relevamiento de casi una década realizado en colaboración entre instituciones académicas y de investigación del Perú y de otras partes del mundo que también mapeó su extensión, calculada ahora en 62.714 kilómetros cuadrados de turberas amazónicas. Antes de esta medición se estimaba que el país poseía alrededor de 50.000 kilómetros cuadrados en total.
Las turberas son ecosistemas de difícil acceso que acumulan materia orgánica en estado de semidescomposición o turba, con capacidad para mitigar el cambio climático. Perú es el segundo país con mayor extensión de turberas tropicales del mundo después de Indonesia. Allí, el 70 por ciento del bosque primario sobre turba ya ha desaparecido a causa de la conversión agrícola.
El estudio, publicado en Nature Geoscience (14 de abril) se basó en el uso de imágenes satelitales, relevamiento en el terreno y de la cubierta vegetal de las tierras bajas de la Amazonía peruana. Con ello, se crearon también los primeros modelos que se conocen del espesor o densidad de turba en la región.
“Hallamos que la deforestación y las emisiones de CO2 asociadas en las turberas peruanas son actualmente pequeñas, pero están en aumento constante, por lo que ahora es el momento de actuar para proteger estos ecosistemas, mientras se mantengan relativamente intactos”, dice a SciDev.Net Adam Hastie, autor principal del estudio e integrante de la Escuela de Geociencias de la Universidad de Edimburgo en Escocia, Reino Unido.
Considera que uno de los principales logros de la investigación es el haber desarrollado mapas de alta resolución (con resolución espacial de 100 m) del tipo de turba, su profundidad y de distribución del carbono, los que podrán ser empleados para priorizar las áreas de protección y de gestión sostenible en la región amazónica.
Para Jack Rieley, vicepresidente de la Sociedad Internacional de Turberas, “se trata de una investigación muy importante que trae nueva y detallada información sobre la hasta ahora desconocida turba del Perú”.
“Revisten especial importancia la estimación de las reservas de carbono que contienen y las pruebas alarmantes de que las turberas siguen transformándose para otros usos de la tierra”, comentó a SciDev.Net el especialista, que no participó en el estudio.
Las principales amenazas a la conservación de estos ecosistemas están representadas por la expansión de la agricultura, la minería ilegal, la exploración petrolera, el desarrollo de infraestructura, los incendios y la tala selectiva de la palma de aguaje (Mauritia flexuosa), para comercializar sus frutos.
“Además del carbono y del metano que acumulan, estos ecosistemas son un sustento para la biodiversidad, por lo que encuentro muy importante que Perú haya tomado la iniciativa de protegerlas”, dice a SciDev.Net Irene Wais, profesora de Ingeniería Ambiental en la Universidad Nacional de Tres de Febrero, en Buenos Aires.
Wais, que no fue parte de la investigación, destaca asimismo que las turberas tardan mucho tiempo en acumularse y son una fuente importante de riqueza de todo tipo.En mayo de 2021 el Ministerio de Ambiente del Perú publicó un decreto supremo (el 006-2021 MINAM) con recomendaciones para la gestión sostenible y protección de las turberas. Su ejecución requiere conocer la escala y ubicación de las perturbaciones que sufren estos humedales, información que hasta ahora solo se concentraba en la región de Pastaza-Marañón, en el norte del país, y en una pequeña área del sur-oriente, en Madre de Dios. Con este nuevo aporte, el mapa de turberas se extiende a toda la región amazónica del Perú.
“Comparto con los autores la preocupación de que las turberas peruanas, si no son protegidas, puedan seguir el camino de las del sudeste asiático, donde hace tan solo 25 años había casi 200 km2 de pantanos de turba prístinos, de los que hoy queda menos de la mitad, gran parte de los cuales han sido drenados y degradados, y convertidos en plantaciones agrícolas y comerciales de palmeras aceitera y pulpa de papel”, sostiene Rieley, profesor honorario de Geografía de la Universidad de Nottingham, en el Reino Unido.
Y agrega: “Asegurémonos de que no suceda lo mismo en Perú porque, en última instancia, el resultado es la pérdida de turba, su carbono, su biodiversidad y los medios de vida de la población local”.
En esa dirección, Adam Hastie recomienda a los decisores utilizar los mapas que desarrollaron para poder priorizar las zonas de protección, pero “guardando estrecha colaboración con todas las partes interesadas, en particular con las comunidades locales que a menudo dependen de los recursos que brindan las turberas”, destaca.
Al respecto, otro trabajo, publicado en Nature Sustainability (4 de abril) que coincide en la necesidad de conservar las turberas tropicales intactas, analiza el modo insostenible en el que la comunidad de la Amazonia peruana cosecha los frutos de aguaje, en busca de hallar un nuevo camino que lleve a su conservación.
El trabajo resalta que cuando se conservan las palmeras hembra en vez de talarlas para recolectar sus frutos, la producción hortícola aumenta en 51 por ciento, lo que equivale a un incremento de hasta US$62 millones anuales.
“Esto demuestra el alto costo de la extracción insostenible de recursos en los bosques neotropicales y esboza un camino práctico para conservar y explotar de manera sostenible uno de los paisajes más ricos en carbono del planeta”, señala la investigación, liderada por Carlos Gabriel Hidalgo Pizango, del Instituto de Investigaciones de la Amazonía Peruana en Iquitos, Perú.
Por: Claudia Mazzeo
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