Ártico.
La superficie de hielo marino (o banquisa) en el Ártico experimenta un rápido declive como resultado del calentamiento global. En cambio, en el otro polo de la Tierra, había aumentado en torno al 1 por ciento por década desde finales de los 70, aunque con una variación significativa cada año y diferencias regionales sustanciales.
Sin embargo, frente a esta tendencia general de aumento en la Antártida, hubo una anomalía breve pero bastante marcada en 2017, cuando el hielo marino del hemisferio sur experimentó un mínimo histórico. El 25 de febrero 2022, tan solo cinco años después, se han vuelto a registrar los valores más bajos de hielo marino antártico, siendo la primera vez que su superficie se sitúa por debajo de los dos millones de kilómetros cuadrados desde que se comenzaron a utilizar observaciones por satélite en 1978.
Los datos muestran una cobertura de hielo significativamente inferior a la normal en los mares de Bellingshausen y Amundsen, el mar de Weddell y el sector occidental del océano Índico. Más curioso aún, en toda la región, la extensión del hielo marino era un 30 por ciento inferior a la media del período de referencia de tres décadas 1981-2010.
Posibles causas del deshielo
Las causas de esta variabilidad son complicadas. En los últimos años se han propuesto varios mecanismos, pero aún no hay consenso científico. Por eso, la aparición de este nuevo mínimo histórico en un periodo de tiempo tan corto llevó a un equipo de científicos de la Universidad Sun Yat-sen y del Laboratorio de Ciencias Marinas e Ingeniería del Sur de Guangdong (ambos en China) a averiguar qué había ocurrido y por qué. Los hallazgos del estudio se publican en la revista Advances in Atmospheric Sciences.
Con datos del Centro Nacional de Datos sobre Nieve y Hielo (NSIDC), los investigadores hicieron un balance del estado del hielo marino desde 1979 hasta 2022, es decir, analizaron la cantidad del agua congelada que se añadió y se perdió durante ese periodo de tiempo, junto con los fenómenos dinámicos (procesos relativos al movimiento de los fluidos) y termodinámicos (como la congelación y la fusión).
El equipo científico descubrió que en verano es la termodinámica la que domina los procesos que provocan el deshielo. Esto ocurre a través de anomalías en el transporte de calor hacia el polo en los mares de Bellingshausen y Amundsen, el océano Pacífico occidental y el mar de Weddell oriental.
En esta época también se produce un aumento de la radiación infrarroja global y de la luz visible como resultado de una retroalimentación positiva del albedo y la temperatura. El albedo describe la blancura de una superficie: cuanto más blanca es, mayor es la reflexión de esa radiación, y cuanto más oscura, mayor es la absorción.
“El hielo marino es más blanco que el mar oscuro sin congelar, por lo tanto [en el mar] hay menos reflexión del calor y más absorción”, explica el climatólogo Qinghua Yang, coautor del estudio. “Lo que a su vez derrite más hielo marino, produciendo más absorción de calor en un círculo vicioso”.
En primavera, no obstante, tanto la termodinámica como la dinámica contribuyen al estado de la banquisa. Además de los procesos termodinámicos mencionados, la dinámica de la pérdida de hielo en el Mar de Amundsen provoca un movimiento de este hacia el norte que empuja más hielo a las latitudes más bajas de los trópicos, lo que aumenta el deshielo, sobre todo en el Mar de Amundsen y el Mar de Ross
Fenómenos climáticos detrás del nuevo mínimo histórico
Los autores señalan que, según los datos de la Administración Nacional Oceanográfica y Atmosférica de Estados Unidos (NOAA), el nuevo mínimo histórico se produjo al mismo tiempo que una combinación de La Niña y un Modo Anular del Sur (MAS) positivo. El MAS describe un cinturón de fuertes vientos del oeste o de bajas presiones que rodea el continente y se desplaza hacia el norte o el sur, mientras que La Niña describe un patrón meteorológico de potentes vientos que soplan con fuerza el agua cálida de la superficie del océano en los trópicos, desde Sudamérica hasta Indonesia.
Ambos fenómenos intensifican la baja presión atmosférica del Mar de Amundsen. La variabilidad de las condiciones atmosféricas de esta región es mayor que en cualquier otra parte del hemisferio sur. Además, los investigadores descubrieron que todos los impactos atmosféricos que afectan a la dimensión del hielo marino se originan con la intensidad y la posición de las bajas presiones del Mar de Amundsen.
A través de este estudio los científicos consiguieron encontrar algunas explicaciones sobre por qué disminuye la capa de hielo flotante en la Antártida. Sin embargo, sus hallazgos también generaron más preguntas, que esperan resolver en futuras investigaciones. “Si la variabilidad tropical tiene tanto impacto, ese es el lugar que hay que estudiar a continuación”, concluye Jinfei Wang, uno de los otros autores del trabajo.
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