Los costes de la paternidad son altos, por eso muchas especies de aves eluden la ardua tarea de la puesta de huevos poniéndolos en los nidos de otras especies. Este comportamiento, denominado parasitismo de puesta, tiene muchas ventajas, pero también presenta retos como el de convencer a las otras aves para que acepten un huevo ajeno.
Muchos pájaros lo consiguen imitando los colores y patrones de los huevos de su huésped, pero otros aprovechan el cuidado de las aves cuyos huevos tienen un aspecto distinto. Entonces, ¿cómo puede una sola especie de ave copiar simultáneamente los huevos de varias especies de pájaros para engañarlas y hacerlas criar? ¿Y cómo transmiten estos pájaros parasitarios esta capacidad a sus crías, a pesar de que se produzca el cruce entre aves criadas por distintos huéspedes?
Estas preguntas llevan desconcertando a la comunidad científica desde hace más de un siglo. Ahora, una investigación internacional, dirigida por la profesora Claire Spottiswoode, del departamento de Zoología de la Universidad de Cambridge y el Instituto FitzPatrick de Ornitología Africana de la Universidad de Ciudad del Cabo, y el profesor Michael Sorenson, de la Universidad de Boston en EE UU, ha hecho un importante avance: los falsificadores de huevos podrían tener cada vez más problemas para ‘timar’ a sus víctimas.
El estudio, publicado en la revista PNAS, se ha centrado en la genética del mimetismo de los huevos en el tejedor parásito o viuda anómala (Anomalospiza imberbis), una especie que adopta un estilo de vida parasitario y explota a muchas especies de aves en toda África, como la prinia modesta (Prinia subflava).
El trabajo revela que las hembras heredan de sus madres la capacidad de imitar la apariencia de los huevos de sus huéspedes, a través del cromosoma W específico de ellas, y que es análogo al cromosoma Y específico de los hombres.
Esta herencia materna permite a las hembras de viuda anómala evitar el riesgo de heredar los genes de mimetismo erróneos de un padre criado por un huésped diferente, lo que ha llevado a distintos linajes de hembras de tejedor parásito evolucionar hacia un mimetismo especializado en los huevos de varias especies.
Este mimetismo engaña a los padres del huésped para que acepten como propio un huevo parásito en lugar de echarlo del nido. Esto ha sido crucial para el éxito de estas aves africanas.
Las aves innovan ‘firmas’ para evitar el engaño
Pero los investigadores creen que esta “arquitectura genética” de la herencia materna, que mantienen desde hace dos millones de años y que es conocida desde hace tiempo por los científicos, puede volverse en contra de estos pájaros. “En esta particular carrera armamentística coevolutiva entre especies, la selección natural ha creado un arma de doble filo”, cuenta Spottiswoode.
“Mientras que la herencia materna ha permitido a los tejedores parásitos explotar múltiples especies de huéspedes, es probable que frene su capacidad para evolucionar en contra de las adaptaciones a medida que sus huéspedes evolucionan en nuevas defensas. Estos pájaros parásitos se enfrentan a un reto desalentador porque algunas especies de huéspedes han desarrollado, a su vez, una asombrosa diversidad de ‘firmas’ de color y patrón de los huevos, que los ayudan a distinguir sus propios huevos de los imitados por los parásitos”, añade.
Los científicos recogieron los datos de campo al sur de Zambia. Allí, las viudas anómalas engañan a cuatro especies diferentes de aves con un efecto catastrófico: si los padres anfitriones no detectan y eliminan un huevo parásito en su nido, la cría de viuda suele superar a las otras, que pronto mueren de hambre.
El equipo recogió muestras de ADN de 196 tejedores parásitos de 141 nidos pertenecientes a las otras cuatro especies y estudió la mayoría secuenciando miles de segmentos cortos en sus genomas.
En su lucha contra los falsificadores, las otras aves se han convertido en hábiles controladores de calidad, rechazando los huevos que difieren de los suyos en color y patrón, y las cuatro especies han desarrollado la capacidad de depositar ‘firmas’ únicas en sus propios huevos para mejorar su detección de intrusos. Las prinias leonadas, por ejemplo, ponen huevos con fondos azules, blancos, rojos o verde oliva superpuestos con una variedad de patrones.
¿Los falsificadores se enfrentan a un futuro incierto?
Por eso, los investigadores creen que los tejedores parásitos se enfrentan ahora a una compleja lucha porque no pueden recombinar los diferentes rasgos de falsificación desarrollados por sus distintas líneas familiares.
Por ejemplo, dos linajes diferentes de madres de estas aves han desarrollado huevos con fondos azules o rojos, como respuesta evolutiva a una diversidad similar en sus anfitriones prinia de color leonado, pero no hay pruebas de que puedan crear la mezcla precisa de pigmentos para producir los huevos de color verde oliva que pueden producir algunas hembras anfitrionas.
De hecho, en un estudio anterior, Spottiswoode descubrió que una proporción cada vez mayor de los huevos puestos por las prinias leonadas son de color verde oliva, lo que sugiere que esto forma parte de una lucha evolutiva acelerada. Como era de esperar, el equipo descubrió que estas aves hospedadoras transmiten su capacidad antifraude a través de un proceso genético diferente (herencia biparental) al utilizado por los tejedores parásitos.
Para la científica, la forma en que las crías de estas últimas heredan su capacidad de imitar los huevos del huésped tiene una desventaja, ya que “probablemente hace más eficaces las defensas de las ‘víctimas’ y limita su capacidad de respuesta”.
“Podríamos asistir a la aparición de firmas de huevos infalsificables que podrían obligar a las viudas anómalas a cambiar a otras especies de huéspedes. O los pájaros parásitos podrían ser cada vez más dependientes de los individuos jóvenes de los anfitriones que aún no han aprendido sus propias firmas y son malos para detectar los huevos que no coinciden”, concluye.
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