América Latina.
En América Latina y otras regiones del mundo, incluso en aquellos lugares donde existe un gran avance en políticas de género, persisten estereotipos que retratan a los hombres como más brillantes y talentosos que las mujeres, lo que lleva a niños y niñas a desarrollar actitudes y preferencias que de otro modo no habrían tenido.
Así lo señala un estudio publicado en la revista Science Advances, basado en resultados de la Evaluación Internacional de Estudiantes 2018 (PISA por sus siglas en ingles), que involucró a 500 mil estudiantes de 72 países de todo el mundo.
El estudio constató que los estereotipos son más fuertes entre los estudiantes de alto rendimiento y en países más desarrollados o con mayor igualdad de género.
Para Lorena Ortega, investigadora del Centro de Investigación Avanzada en Educación de Chile, quien no fue parte del estudio, una explicación sería que “cuando hay más posibilidades de elección las personas tienden a confiar en estereotipos previamente establecidos”.
El estudio concluyó que estos estereotipos deberían considerarse como una posible explicación del techo de cristal –es decir la desigualdad o el impedimento que tienen las mujeres para alcanzar puestos jerárquicos o sueldos equitativos con los varones– y que para desterrar el mito de “brillantez masculina” es necesario transmitir la idea de que el talento se construye a través del aprendizaje y que no es innato ni inmutable.
Ortega coincide y pone el acento en las prácticas educativas y el rol de docentes. “Yo creo que la escuela es clave como un actor para trabajar los estereotipos de género porque puede intervenir también en las familias y en los estudiantes”, subraya.
Algunos estudios, dice, han podido constatar que en Chile los docentes suelen tener menos expectativas respecto del desempeño de las niñas, interactúan de manera diferenciada con niñas y con niños, y les entregan más atención y más desafío a los varones, principalmente en el área de matemáticas.
“Es importante mirar esta problemática en distintos niveles. El nivel macro de las políticas y de las legislaciones, el nivel meso de las instituciones como la escuela y su política –por ejemplo, ahora en Chile está en discusión la necesidad de una educación no sexista– y las dinámicas más micro qué tienen que ver con lo que ocurre en el aula, entre pares, entre profesor y estudiante, y también en la familia”, comenta.
Entonces, la intervención de los estereotipos de género requiere una complejidad que analice el fenómeno a través de estos multiniveles y bajo una mirada longitudinal, es decir con perspectiva del curso de la vida, asegura.
Para Dora Barrancos, investigadora del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas de Argentina y asesora presidencial en materia de género de ese país, el cambio de los estereotipos esta sucediendo de la mano de las nuevas generaciones.
“Están cambiando les niñes pero no la institución de la familia, están cambiando les niñes y adolescentes pero no las instituciones educativas. Hay mucha osadía en las nuevas generaciones y es necesaria entonces la transformación de la malla curricular de las instituciones educativas para hacer que las ciencias, aquellas que parecen más duras y hoscas históricamente para la condición femenina, se llenen de mujeres”, señala a SciDev.Net vía Zoom.
Para ella esto puede lograrse con un Estado comprometido en acompañar a las niñas en sus vocaciones desde la escuela primaria y con el otorgamiento de becas. Es decir, la aplicación de políticas públicas que puedan dar seguimiento a todo ese desempeño disruptivo hasta que existan posibilidades idénticas para las mujeres, varones y disidencias.
Estereotipos en la ciencia
Los estereotipos de género en el ámbito educativo también se manifiestan en los sistemas científicos. Si bien en América Latina y el Caribe las mujeres representan el 45 por ciento del total de trabajadores en investigación, continúan siendo una minoría en las disciplinas académicas de ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas.
Además, los cargos jerárquicos están mayormente ocupados por hombres y esto se debe en parte al tipo de evoluciones de los sistemas científicos y tecnológicos de cada país.
“Las evaluaciones son insensatas porque creen que miden personas iguales en sus posibilidades. Es insensato porque siendo mujer una ha tenido un desempeño que está marcado por una serie de circunstancias y de atributos dados al género”, señala Barrancos
Las tareas de cuidados y de crianza son algunas de las barreras que enfrentan las mujeres para el ingreso, desarrollo y permanencia en las carreras científicas, señala un informe de ONU Mujeres. Por eso, Barrancos insiste que la conyugalidad y el número de hijos es lo primero que se debe tener en cuenta para generar un sistema de evaluación sensato.
“Los varones no tienen ningún condicionante doméstico que retraiga su capacidad productiva, en cambio las mujeres tienen que cumplir con los mandatos inexorables de criar, cuidar y proteger, aún cuando ha habido grandes cambios en la cultura de la vida doméstica. Hay cambios, pero no alcanzan”, concluye.
Por: Daniela López
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