Este jueves 24 de marzo comenzó en Zaragoza la primera edición de D’Ensayo, un festival de teatro amateur que premiará la fusión entre dos disciplinas que, a priori, no parecen conectadas: el teatro y la ciencia.

En esta primera edición se representarán cuatro obras, que han sido seleccionadas entre las 25 propuestas que se han presentado a la convocatoria nacional.

Enterrando a Dodot, de la compañía barcelonesa La bella Otero abrirá el certamen. La obra invita al espectador a reflexionar sobre el medio ambiente y presenta un futuro distópico en el que, tras un colapso ecológico, los protagonistas se ven obligados a alimentarse de sus propios excrementos.

La salud mental es el tema que trata el segundo día de certamen la comedia Terapia, del grupo zamorano Fénix Teatro. Se presenta como un diálogo entre terapeuta y paciente, en el que se busca dar respuesta a la pregunta “¿Quién es el loco?”

Aunque las anteriores están pensadas para público adulto, también compiten dos obras enfocadas a familias. Yo quiero ser científica, de la cátedra Mujer, Ciencia y Tecnología de la Universidad Pública de Navarra, pretende analizar el rol de la mujer en la ciencia, repasando los casos de algunas mujeres científicas que deberían haber destacado en sus disciplinas y, en cambio, fueron relegadas a un papel secundario. Su objetivo: visibilizar modelos femeninos y crear vocaciones.

Por último, cierra el concurso el domingo 27, Redoxidables, del proyecto educativo Circonciencia; una performance circense que busca desvelar los misterios de la química a pequeños y mayores de una forma espectacular y divertida.

Entre las 25 obras que se han presentado al certamen, los temas más recurrentes han sido la ecología y la salud mental. Todas las finalistas basan la puesta en escena en un guion original.

Un proyecto pionero

Aunque en España ha habido pequeñas tentativas de concursos y jornadas teatrales orientadas a la mezcla de teatro y ciencia, este es el primer festival de estas características que cuenta con el apoyo de la Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología (FECYT).

Aparte de la representación de las obras finalistas en el Centro Cívico Estación del Norte de Zaragoza, que también serán retransmitidas por streaming, el festival contará con actividades adicionales, como talleres de dramaturgia privados para los grupos finalistas, o la representación de una obra invitada: Un salto de gigante de la compañía PAI.

El viernes por la tarde tendrá lugar un debate abierto en torno a la pregunta: ¿Para qué mezclar el teatro con ciencia?, que contará con un panel de expertos en la simbiosis de ambas disciplinas.

“Queremos poner en común cómo pueden ir las dos disciplinas de la mano. Cómo podemos trasladar el contenido científico sin perder rigor, pero manteniendo un mensaje dramático potente”, comenta a SINC Sara Muttoni, neurobióloga, diplomada en arte dramático y coorganizadora del festival junto a la periodista de ciencia Carmen Serrano. Ambas llevan cuatro años dando forma al evento.

«Nosotras tenemos muy claro que la ciencia también es bonita, y es emocionante contarla, pero para llegar mejor al público, si la ciencia se sirve además de las emociones que despiertan las artes, pues es mucho más fácil”, detalla Serrano.“ Ese es el intercambio, la ciencia como una espectacular fuente de inspiración para el teatro, y el teatro una fuente de emociones que trasportan el mensaje científico hasta los receptores de una manera mucho más eficaz”, añade la periodista.

La finalista ‘Yo quiero ser científica’ pretende visibilizar el rol femenino en la ciencia. / D’Ensayo

 

La muestra contará con un jurado “de lujo”, que, junto a la votación popular, determinará la ganadora final, que recibirá un premio en metálico, y la oportunidad de representar la obra por España. Tanto los Museos Científicos Coruñeses (Galicia) como el Museo de la Evolución Humana (MEH) de Burgos han mostrado su interés en que las obras se representen en sus instalaciones.

Ambos museos llevan “mucho tiempo queriendo programar cosas de teatro, así que el festival va a ser un catalizador al que también han querido sumarse como colaboradores”, recalca Serrano.

Teatro como herramienta de divulgación

Para esta primera edición, solo se entregará un premio —a la mejor obra— por lo que para determinar la ganadora se evaluarán las distintas partes como un todo.

Según Muttoni, “un aspecto importante a valorar será la fluidez de la obra, o la espontaneidad. Son muchos los parámetros que se tendrán en cuenta», señala.

Por su parte, Serrano explica que “en el fondo esta es una herramienta más de divulgación de la ciencia, así que algo que se valorará por encima de todo es esa capacidad. Si la obra es muy divulgativa es porque está muy bien hecha, es divertida… si te emociona… si te ríes… ahí está la eficacia de la divulgación», subraya Serrano.

Aprender sobre química de manera entretenida es uno de los objetivos de ‘Redoxidables’. / D’Ensayo

 

En los últimos años ha crecido el interés por explorar el teatro como una fórmula para transmitir el conocimiento científico y tecnológico, “sobre todo por parte de los propios investigadores, que son los que deciden subirse a un escenario”, añade la organizadora.

Ejemplos en este sentido son el grupo de teatro TeatrIEM’ del Instituto de estructura de la Materia (IEM-CSIC), el proyecto Alioth, Arte y Ciencia, coordinado por el físico y director escénico Daniel Erice, o el Instituto de Ciencia y Teatro INCITE, dirigido por la neurobióloga Susana Martínez.

“En el mundo teatral también hemos encontrado quien levanta ya la voz por esta fusión, como el dramaturgo José Sánchez Sinisterra. Estamos viendo una tendencia a derribar el muro que hay entre las ciencias y las humanidades”, resalta Serrano.

Foco en el teatro amateur

Uno de los objetivos de las organizadoras del festival es fomentar que más investigadoras e investigadores exploren el teatro como forma de divulgar sus trabajos. Por este motivo, D’Ensayo es un festival de teatro no profesional.

“La prioridad es una compañía amateur, que está empezando, por ejemplo, con un primer montaje. Una compañía profesional tendría mucha ventaja frente a la capacidad actoral de una compañía amateur”, comenta Muttoni.

Como parte del desarrollo final de la muestra, las organizadoras han montado un think tank, que involucra a estudiantes de ciencias de la Universidad de Zaragoza y alumnos de la escuela de teatro municipal de la ciudad aragonesa. De la puesta en común de ambas disciplinas, ha nacido una pieza de microteatro que se representará durante el festival.

La participación ciudadana también supone una parte central del proyecto, y se ha diseñado una encuesta para pulsar la opinión de los espectadores que también podrán, mediante votación, influir en la elección final de la obra ganadora.

“Es importante que la ciudadanía pueda participar en el diseño del festival, la elección de las obras y los temas, algo que irá tomando pesos en próximas ediciones”, concluye Serrano.