Ecuador.

Un grupo de científicos ecuatorianos y extranjeros se ha embarcado en descifrar el catálogo genético de las islas Galápagos comparando «los códigos de barras de la vida (barcodes)» del archipiélago con el banco mundial de genes y la esperanza de descubrir nuevas especies.

Realizado por el Centro de Ciencias de Galápagos (GSC), la Universidad San Francisco de Quito (USFQ), con apoyo de la Universidad de Exeter, el proyecto se dedica desde hace un año a recolectar pruebas de tierra y agua para inventariar la flora y fauna de estas islas volcánicas. Lo hacen extrayendo el llamado «código de barras de la vida» (barco genético o secuencia genética) de aquellas especies que van dejando restos de ADN en las muestras que recogen, y de microorganismos.

“Lo que podemos hacer es también en esta misma muestra de suelo, se puede detectar ADN de otras especies por ejemplo el caso de especies introducidas. Es posible que haya rastros de especies que sean perjudiciales para el ambiente que las podamos detectar también en estas muestras de suelo”, dijo Diego Ortiz, investigador de ecología y biología molecular de la Universidad San Francisco de Quito y coordinador técnico del proyecto «Galápagos Barcode» (Código genético de Galápagos).

Compuesto por cientos de letras, a veces más de mil, esta secuencia permite a los científicos distinguir cuáles de las especies son o no conocidas, si son endémicas o invasoras, y en qué se diferencian de sus congéneres en otras partes del mundo.

Nosotros esperamos a través de las colecciones de agua, de suelo, encontrar una buena cantidad de especies nuevas para la ciencia o son especies que conocemos, pero para las cuales no se ha desarrollado ninguna información genética”, comentó Diana Pazmiño, co-investigadora principal del proyecto y PhD en Ciencias Marinas.

Más allá del inventario biológico, este estudio contribuirá también a proteger los ecosistemas frente a amenazas biológicas, dado que en la misma muestra se apreciarían especies invasoras. Un conocimiento crucial para enseñar a la población por qué no puede contrabandear una semilla o sobreexplotar ecosistemas, reconciliando así a la comunidad con la ciencia en este lugar único en el mundo donde, según Pazmiño, «la evolución transcurre más rápido».

Por: EFE.