Colombia.

Conversar con alguien que entiende, algo que no ocurre a menudo en la vida de Emperatriz: es sorda, casada con un hombre que solo domina los básicos de la lengua de señas, un hombre que la maltrata.

“A veces tengo problemas con mi esposo porque hago cosas que no le gustan y me pega. No entiendo por qué. Mis hijos se dan cuenta cuando peleo con mi esposo y lloran. Luego, mi esposo pelea con ellos. No es todos los días, pero cuando algo no le gusta se pone bravo”, explicó Emperatriz.

La mujer vive en El Pozón, uno de los barrios más humildes de Cartagena. Para los locales, El Pozón es sinónimo de desempleo, crimen y violencia. Denunciar abuso es difícil para cualquier víctima, pero es casi imposible para quienes no se pueden hacer escuchar.

“Me pega, pero los vecinos no lo oyen. Y no puedo contárselo, yo no hablo. Yo siempre uso lengua de señas, pero ellos no me entienden. Yo no sé qué pasa. Yo no soy mala. Siempre he sido bueno, no lo hice mal”.

“Salgo a pasear con mis amigas y a mi esposo no le gusta. No entiendo por qué”. Sufrimiento silencioso bajo un abusador que se aprovecha de su vulnerabilidad, un patrón tóxico demasiado conocido por muchas mujeres sordas en la comunidad de Emperatriz.

Para romper ese ciclo, ONGs locales han comenzado a organizar talleres inclusivos de empoderamiento. Aquí, mujeres sordas y oyentes aprenden a identificar el abuso, a pedir ayuda y a protegerse cuando la sociedad no cumple con su deber.

“La sororidad empieza cuando yo en ese espacio común, comienzo a sentir el dolor de la otra y me vuelvo su aliada para que juntas podamos ser una voz”, dice una de las organizadoras de los talleres. Una voz que incluso las oyentes no acostumbrar a alzar.

El Pozón es el barrio cartagenero en el que más incidentes de violencia de género se registran. Las lecciones aprendidas en estos talleres, podrían salvar vidas. Son lecciones que las mujeres entienden, pero cuando salen del taller, se dan cuenta de lo difícil que es escapar del círculo vicioso de la violencia. Ante tal normalización del abuso, una vida sin violencia aún parece fuera del alcance de Emperatriz.

El próximo taller en El Pozón se dirigirá a hombres con la esperanza de que Emperatriz pueda regresar a un hogar en el que las manos solo están para hablar.

Por: Deutsche Welle.