México,

La observación del renacimiento de la nebulosa «HuBi1», cuya estrella central es similar a nuestro Sol, podría ayudar a pronosticar el futuro del mismo, contaron a Efe dos de los astrónomos que presenciaron el fenómeno, Laurence Sabin y Christophe Morisset.

El estudio de la «HuBi1», publicado en la reciente edición de la revista Nature Astronomy, representa una oportunidad única para los especialistas de ver cómo se transforma una estrella en un objeto pobre en hidrógeno, pues se considera que hay muy pocos en la Vía Láctea.

La evolución de este tipo de objeto estelar nunca se había podido observar antes en tiempo real, lo que dota de singularidad al acontecimiento. Aunque por ahora no hay certezas sobre el renacer de nuestro Sol, entender qué sucede a nivel químico en la estrella central de la citada nebulosa sería un importante hallazgo.

Las nebulosas planetarias como la que se está mirando constituyen una de las etapas finales en la vida de estrellas similares al Sol.

«Esta estrella es mucho más evolucionada que el Sol pero se supone que el Sol en algún momento va a llegar a ser una cosa parecida», afirmó Morisset, investigador del Instituto de Astronomía de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

Sin embargo, agregó que «el estudio detallado de la química de la estrella está todavía por hacerse» y faltan observaciones a realizar por los científicos de distintos países que participan en la investigación.

El objetivo final es «tener más información del objeto (la nebulosa) y en particular de la estrella central, entender qué es lo que ocurre ahí».

La nebulosa «HuBi1» está ubicada a 17.000 años luz de la Tierra y la estrella central original tenía 1,1 masas solares, cantidad muy similar a la de nuestro Sol.

El estudio, comentó Morisset «puede ser un prototipo de la evolución del Sol dentro de 5.000 millones de años».

Otro de los intereses de estudiar la química de esta nebulosa es «entender cómo se forma el carbono en estrellas como estas».

En esta línea, la astrofísica Laurence Sabin, también investigadora del Instituto de Astronomía de la UNAM, agregó que «a final de cuentas todos nosotros estamos hechos de carbono», por lo que la observación de este tipo de cuerpos celestes algún día puede ayudar a entender un poco más al ser humano.

Las nebulosas planetarias constituyen una de las etapas finales en la vida de estrellas similares al Sol, que tras agotar su combustible arrojan sus capas externas de gas y forman una nube de gas ionizado en torno a una estrella que se convertirá en «enana blanca».

En dicha nube, las zonas más cercanas a la estrella presentan una ionización o carga eléctrica mayor a las más lejanas. Sin embargo, tras estudiar a «HuBi1», el equipo de astrónomos de distintas nacionalidades se percató de que esta nebulosa era diferente a las demás.

La distribución de los iones era diferente a la que debe tener una nebulosa planetaria, estando estos completamente del revés, lo que explicaría que la estrella central esté renaciendo.

Este proceso de transformación es muy poco común y únicamente sucede con 10 % de las estrellas, según acotaron los científicos.

Los cambios pueden llevar décadas, lo cual es positivo ya que se permitirá su observación en tiempo real.

«Lo interesante de este objeto es que nunca habíamos podido observar tal cosa en vivo; es algo que suponemos que ya pasó pero en este momento podemos pillarlo y podemos ver realmente lo que pasa en el objeto cuando hay este renacimiento», comentó Sabin.

Para la investigación se están usando diferentes tipos de telescopios, ya que, de acuerdo con la científica, «se necesitan imágenes profundas para ver qué está ocurriendo».

Uno de ellos es el Telescopio Óptico Nórdico (NOT por sus siglas en inglés), ubicado en la isla de La Palma, en España.En México, desde el Observatorio Astronómico Nacional en San Pedro Mártir (OAN-SPM) se utilizó un espectrógrafo de máxima resolución para ver las velocidades del gas.

Además, los científicos se apoyaron en modelos numéricos gracias a programas informáticos desarrollados por físicos, en los que se introducían diferentes parámetros químicos del objeto y se hacían predicciones.

Después comparaban estos supuestos con sus observaciones en el telescopio y el espectrógrafo.

Morisset dejó una última reflexión sobre el trabajo realizado hasta ahora, comparándolo con la observación de la vida.

«Es como un biólogo que observa un animal por primera vez o este tipo de cosas, un animal conocido pero muy raro, un tigre blanco», concluyó.