Washington, 19 de agosto del 2018 .-
Tirar las lentes de contacto por el desagüe puede contribuir a la contaminación del agua con microplásticos, según un estudio que será presentado hoy en una reunión de la Sociedad Química Americana (ACS, en sus siglas en inglés).
Uno de los autores del estudio, Rolf Halden, de la Universidad del Estado de Arizona (EE.UU), explicó que la inspiración para este trabajo vino de su experiencia personal.
«Yo había llevado gafas y lentes de contacto la mayor parte de mi vida adulta -explicó-, pero empecé a preguntarme si alguien había investigado lo que ocurre con esas lentes de plástico».
Los científicos hicieron una encuesta a portadores de lentillas en Estados Unidos, donde alrededor de 45 millones de personas las usan, y descubrieron que entre el 15 y el 20 % las arrojaba al lavabo o el váter cuando dejaban de utilizarlas.
Esas lentes desechadas acaban, por lo general, en plantas de tratamiento de agua residual, donde los investigadores calculan que al año llegan, tan solo en EE.UU. entre seis y diez toneladas métricas de esos objetos de plástico.
Las lentes son más densas que el agua, con lo que se hunden y pueden suponer una amenaza para la vida acuática, sobre todo, para los animales que se alimentan en el fondo marino y de los ríos, que pueden ingerirlas.
El plástico que se emplea en su fabricación es diferente al utilizado en otros casos como en los textiles o baterías de coches.
Normalmente, están hechas de una mezcla de polimetilmetacrilato, siliconas y fluoropolímeros para crear un material más blando que permite al oxígeno llegar a los ojos, con lo que no está claro cómo les afecta el tratamiento en plantas de aguas residuales.
Para comprobarlo, los científicos expusieron cinco polímeros hallados en varias marcas de lentillas a microorganismos aerobios y anaerobios presentes en plantas de tratamiento de agua y descubrieron que había cambios notables en «los enlaces» de las lentes, que se debilitaron.
Otro de los investigadores, Varun Kelkar, detalló que «cuando el plástico pierde su fuerza estructural se rompe físicamente, creando pequeñas partículas de plástico que finalmente conducirán a la formación de microplásticos».
El estudio alerta de que los animales acuáticos pueden confundir esos microplásticos con comida, y como no son digeribles, pueden afectar «de forma drástica» su sistema digestivo.
Además, dado que algunos animales sirven de alimento para los seres humanos, esto puede suponer que las personas pueden acabar expuestas a contaminantes plásticos.
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