Brasil.
La tuberculosis resistente a medicamentos (MDR-TB) en población indígena de Brasil y Paraguay aumenta la preocupación entre especialistas de que esa variante de la enfermedad se vuelva un problema de salud pública para la región.
En un estudio publicado en Scientific Reports, un grupo de investigadores brasileños y estadounidenses secuenciaron el genoma de la bacteria Mycobacterium tuberculosis, responsable de la mayor cantidad de casos de TB en el mundo.
El trabajo se centró en las comunidades indígenas Guarani-Kaiowá, que viven entre el Mato Grosso do Sul (Brasil) y Paraguay, y cuyos 74.000 habitantes tenían una tasa de incidencia de TB seis veces mayor al promedio de ese estado brasileño en 2013.
Tras el análisis, el grupo confirmó “numerosas variantes” en el genoma de la bacteria que afecta a esta población, incluyendo genes asociados a la resistencia a los medicamentos.
De los 10 millones de casos nuevos de TB registrados en 2020 en el mundo, 465.000 fueron diagnosticados con resistencia a los medicamentos (MDR-TB).
Entre los 235.600 de casos totales de las Américas, Perú y Brasil contabilizaron 3.100 y 2.600 de MDR-TB, más de la mitad de los de la región.
“Antes de la emergencia del COVID-19, (la TB) era la enfermedad infecciosa que mataba a más personas”, afirma a SciDev.Net vía e-mail Ethel Maciel, presidenta de la Red Brasileña de Investigación en Tuberculosis, afección que causó 1,4 millones de decesos en 2020.
Aunque la Organización Mundial de la Salud busca erradicarla en 2035, “no alcanzaremos esa meta, sobre todo en los países del BRIC [Brasil, Rusia, India y China], que representan la mitad de la carga mundial de la enfermedad”, adelanta la epidemióloga.
Las comunidades más afectadas suelen ser población vulnerable e indígena como los Guarani-Kaiowá, que viven en reservas sobrepobladas y dependen del trabajo estacional en las plantaciones. Las barracas que los alojan son focos de transmisión de una enfermedad también favorecida por la inseguridad alimentaria y los déficits educativos.
Una de las posibles razones por las que tienen mayor número de casos de MDR-TB es “un régimen de tratamientos incompletos o directamente su incumplimiento”, explica vía e-mail Srinand Sreevatsan, uno de los autores del reporte.
De hecho, los investigadores encontraron que el 20 por ciento de las personas afectadas esperó más de un mes para buscar tratamiento. Aunque el reporte no especifica los motivos de la demora, los expertos consultados apuntan a problemas de recursos e infraestructura.
El 85 por ciento de los infectados de TB logran curarse en seis meses, siempre que cumplan con el esquema prescrito con los fármacos rifampicina, isoniacida, etambutol y pirazinamida.
Pero “si se dejan de tomar esas drogas o se saltean dosis, la bacteria de la TB puede mutar y volverse resistente”, confirma vía WhatsApp Paulo Victor Viana, investigador de la Fundación Oswaldo Cruz, una de las instituciones que forman parte de la investigación.
La MDR-TB “representa una seria amenaza a la salud pública. Su manejo se vuelve más complejo por el aumento en los tiempos de tratamiento (de 18 a 24 meses) y el uso de antibióticos de segunda línea”, que además son más caros.
Los tratamientos alternativos también implican el consumo de “drogas más tóxicas, con más reacciones adversas” y la preocupación de que “si estos pacientes resistentes no se diagnostican ni tratan correctamente, podrían infectar a personas sanas con MDR-TB”.
La mayoría de los pacientes de la comunidad Guarani-Kaiowá solo reciben tratamientos estándar. “Además de un sufrimiento innecesario, esto pudo haber permitido el surgimiento desenfrenado” de las cepas resistentes, advierte el estudio de Scientific Reports.
Esos inconvenientes “revelan fallas importantes en la vigilancia epidemiológica y de laboratorio de esa población”, plantea Viana. “A diferencia de Perú, en Brasil no hay sistemas de supervisión continuos basados en test de susceptibilidad a las drogas de rutina”.
El escenario implica la necesidad de caracterizar con mayor precisión la resistencia a los fármacos. En ese sentido, la secuenciación de genomas permite diagnosticar infecciones directamente desde las muestras clínicas y provee resultados con rapidez.
Un uso extendido de esas técnicas “proveería información inequívoca sobre la transmisión y la cantidad de cepas en un grupo poblacional y su evolución, algo que puede resultar muy útil para definir las políticas”, plantea Sreevatsan.
“El testeo masivo y el aislamiento temprano de los casos podría ayudar a reducir la transmisión de estas variantes”, agrega Maciel, quien no participó en el estudio.
La especialista también reclama una red de protección social que garantice que las personas vulnerables atraviesen ese aislamiento en condiciones de mayor dignidad.
Por: SINC.
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