Colombia.

Aunque el sexo influye en la prevalencia de enfermedades como el cáncer, el VIH y las afecciones cardíacas, las mujeres siguen estando subrepresentadas tanto en la investigación médica como en el abordaje de los diagnósticos y tratamientos, advierte un estudio de alcance global, a cargo de cinco investigadores mexicanos (cuatro mujeres y un varón) publicado en la revista del Instituto Nacional de Salud de Colombia.

El trabajo alerta sobre el posible sesgo por sexo de la evidencia científica en dos sentidos: el relacionado con los mecanismos sociales y el acceso oportuno a los sistemas de salud, muchos de ellos evitables e injustos; y el vinculado a los mecanismos biológicos y el manejo médico, algunos inevitables pero también relacionados a las diferentes necesidades de hombres y mujeres.

En base a los términos que podían revelar situaciones de sexismo, los investigadores apelaron a técnicas de minería de datos (la búsqueda de patrones en grandes paquetes de información) y algoritmos de agrupación, con el objetivo de construir redes que ayudaran a deducir los marcos teóricos o conceptuales subyacentes a las publicaciones de la base de datos PubMed, de acceso libre y especializada en temas de salud, con más de 19 millones de referencias bibliográficas.

Si bien el reporte pondera el incremento de las publicaciones que investigan los factores de mayor incidencia para la enfermedad cardíaca en las mujeres (como las complicaciones del embarazo y el inicio temprano de la menopausia), critica el rezago en el desarrollo de políticas particularizadas.

Entre los términos más relacionados con la condición femenina se detectaron “disparidad en salud” y “atención médica del parto”. En cambio, tuvieron un papel poco destacado asuntos tan relevantes como la justicia social, los derechos de las mujeres y la identidad de género, entendidos como los atributos construidos socialmente, en lugar de las características biológicas que diferencian a mujeres y hombres.

Pese a que el abordaje y tratamiento de varias condiciones médicas puede ser muy diferente para hombres y mujeres muchas veces ese sesgo no es tomado en cuenta.Crédito de la imagen: OPS/OMS, bajo licencia Creative Commons 2.0

Esas disparidades se abordan -de mayor a menor frecuencia- en investigaciones sobre enfermedades cardiovasculares, cánceres de mama o colorrectales, el dolor y las propiedades de analgesia, la salud y la enfermedad mental, y las infecciones por el virus de inmunodeficiencia humana.

El menor avance en los estudios sobre enfermedades genéticas, autoinmunes y mentales se debe a que “algunos protocolos de investigación no incluyen mujeres, argumentando que al hacerlo, se vuelve más complejo el análisis y la interpretación de los resultados”, explica en un correo electrónico a SciDev.Net Mireya Martínez-García, investigadora del Instituto Nacional de Cardiología mexicano y una de las autoras del trabajo.

En una entrevista concedida hace dos años a este sitioJulia Tagüeña -ex Directora Adjunta de Desarrollo Científico del Consejo Nacional para la Ciencia y la Tecnología mexicano- destacó la importancia de un enfoque de género a las enfermedades cardiovasculares. Como la sintomatología más difundida es la de los hombres, a veces las mujeres no reconocen cuando están teniendo un ataque cardíaco y no van al hospital a tiempo.

Los síntomas y las complicaciones con el VIH que experimentan las mujeres también son diferentes, pero una revisión de 2016 en Estados Unidos encontró que ellas sólo representaban el 11 por ciento en los estudios que exploraban tratamientos.

La mirada de género, recuerda Martínez-García, es imprescindible “para influir en los estudios e investigación de la mayor cantidad de enfermedades posibles, y sentar las bases para el diseño de prácticas y políticas que ayuden a reducir las disparidades en materia de atención, diagnóstico y tratamiento”.

También permite entender cómo los determinantes sociales afectan cuestiones físicas y da cuenta de los obstáculos que atraviesan mujeres y diversidades para acceder a los cuidados necesarios, plantea en charla telefónica Magdalena Arias, coordinadora de la Licenciatura en Psicología de la Universidad ISALUD, quien no fue parte del estudio.

“Como suelen estar a cargo de las personas dependientes, las mujeres tienen menos tiempo para hacer consultas médicas, lo que genera una desigualdad en el ejercicio de ese derecho”, ejemplifica.

En algunas situaciones, incluso aceptan que su pareja les prohíba atenderse con ginecólogos hombres, agrega Arias, que también es doula (acompañante durante el embarazo y el parto).

Los autores del trabajo prevén que estas disparidades empezarán a desaparecer cuando el personal de salud abandone la idea de “medicina de bikini”, que supone que las mujeres se pueden diagnosticar y tratar de la misma manera que los hombres.

“Nunca es lo mismo ni se parte de lugares iguales”, insiste Arias, que critica “la mirada paternalista sobre los procesos de salud y enfermedad”.

Martínez-García exige garantizar la inclusión y representatividad de mujeres en las poblaciones de estudios de investigación, fortalecer programas interdisciplinarios que contribuyan a disminuir la idea de fragmentación de su salud, y desarrollar más oportunidades de desarrollo en carreras de biomedicina.

Aunque el promedio de investigadoras latinoamericanas es mayor que el mundial (44 contra 28 por ciento), las mujeres no logran llegar a los puestos de liderazgo ni a los ámbitos de decisión con la misma frecuencia que los hombres.

La formación de género “debe incluirse en los planes iniciales de las carreras, pero también en los concursos de ascenso, en los cursos de actualización y en la formación en servicio”, agrega Arias.

Como ejemplo de medidas que ayuden a revertir la desigualdad en el acceso a los servicios médicos, propone que los centros de salud y los colegios secundarios asesoren a mujeres y hombres en la planificación familiar y que -una vez que ellas empiezan a transitar la maternidad- el calendario de sus controles coincida con el de sus hijos.

En este punto, la decisión política aparece como un requisito fundamental. Un escenario más equitativo, concluye Martínez-García, sólo podrá alcanzarse a través del diseño de estrategias legislativas que aborden el problema del sexismo en toda su complejidad.

Por: Pablo Corso/ Scidev América Latina y el Caribe.