Washington, Estados Unidos.

Desde finales de marzo, el supermercado Broad Branch Market cuenta con seis nuevos empleados, unos robots de reparto que entregan la compra en las casas de los vecinos en las afueras de Washington DC; ayudando así a cumplir las medidas de distanciamiento social que buscan mitigar el impacto del coronavirus.

La propietaria de este negocio local, Tracy Stannard, explica que estos aparatos, que se asemejan a una nevera portátil con seis ruedas, reparten en una hora las órdenes que sus clientes hacen a través de una aplicación móvil, aunque también aceptan pedidos vía correo electrónico.

Condición indispensable es que los clientes no residan a más de un milla de distancia (1,6 kilómetros) del establecimiento para poder recibir los pedidos de la mano de los robots.

LA GENTE LLAMA SOLO POR LOS ROBOTS

Stannard asegura que los vecinos de esta zona al noroeste de Washington, ya en el estado de Maryland, están encantados con este sistema de reparto a domicilio.

«Les encanta, realmente los quieren (a los robots), todo el mundo llama solo por el robot, no les importa lo que hay en su interior», afirma con una sonrisa.

Esta empresaria supervisa con mirada atenta los pedidos antes de cargarlos dentro de los robots, que son de color blanco y que se alinean a la salida de su local a la espera de cumplir su cometido del día.

Una vez que algún cliente solicita la compra por la aplicación, los empleados de la tienda cargan los artículos en uno de los robots, que acto seguido se dirige diligentemente por las aceras a efectuar la entrega a domicilio

ANDROIDES SACADOS DE STAR WARS

Stannard subraya que tal es el nivel de receptividad de esta iniciativa, que la gente le envía constantemente fotografías y vídeos de los aparatos. Y es que es difícil que no llamen la atención gracias a su forma, autonomía y las luces de sus sensores, que evocan a algunos androides de películas de ciencia ficción, como «Star Wars».

Aun así, no todo es sencillo y la propietaria reconoce que el sistema presenta limitaciones, pues no todos los pedidos pueden ser entregados con los robots. Por ejemplo, «a veces hay productos que son más grandes de lo que cabe en su interior», matiza.

Los robots de Broad Branch Market forman parte de una flota de la compañía californiana Starship que iba a ser desplegada por numerosos campus universitarios del país hasta la suspensión de clases debido a la pandemia del COVID-19; en concreto, los suyos estaban destinados en la Universidad de George Mason, situada en el condado de Fairfax (Virginia).

Esta no es la primera vez que los robots de Starship toman las calles de EE.UU., ya que en su web afirma que desde que su fundación en 2014 por Ahti Heinla y Janus Friis, dos de los cofundadores de Skype, la compañía con sede en San Francisco se ha expandido por numerosas ciudades del mundo.

UNA RELACIÓN QUE PODRÍA PROLONGARSE EN EL TIEMPO

De hecho, tampoco es la primera ocasión en la que Starship trabaja con Stannard.

«He estado en contacto con ellos desde hace un año cuando se dedicaron a cartografiar el área -dice la empresaria-. Luego se pusieron en contacto conmigo cuando llegó el virus para preguntarme si estaría interesada”.

La relación entre Broad Branch Market y la compañía tecnológica está siendo fructuosa hasta el momento y parece que podría prolongarse, ya que Stannard se muestra abierta a continuar trabajando con los robots.

“Los mantendremos cuanto podamos. Si funcionan y la gente es receptiva los usaremos”, concluye animosamente.

Por: EFE