A escasos metros del Parlamento Alemán se encuentran 2711 bloques de cemento, algunos de más de tres metros de altura. Este es el monumento a los judíos asesinados en Europa.

En el corazón del Berlín, es un imán turístico. Aislamiento, indefensión, desorientación son las sensaciones que su arquitecto, el estadounidense Peter Eisenman quiere provocar en los visitantes.

Evocando en algún punto el sufrimiento de los judíos perseguidos durante el holocausto, algo que en realidad es imposible de reflejar. Muchos niños de la comunidad berlinense toman el monumento como un laberinto donde pueden jugar, más que un lugar de conmemoración.

Algo que a Peter Eisenman nunca le ha molestado. A decir del arquitecto “el monumento no es un lugar sagrado. Es parte de Berlín. Cuando caminas entre las columnas es distan la sensación de percibirla por fuera.

Ahí la diferencia que se debe dejar juzgar por la gente misma”. Libertad para interpretarla a su manera, tal vez sea eso lo que hace tan especial este monumento para recordar a las víctimas del holocausto.

Por: DW