Viena, Austria
Un equipo de investigadores austríacos ha logrado modificar genéticamente células de levadura para que se alimenten del dióxido de carbono (CO2) del aire y puedan ser usadas en la elaboración de bioplásticos inocuos para el clima, informó la Universidad de Viena.
El objetivo es «cultivar con diversos fines industriales levaduras modificadas en grandes biorreactores», de forma que se conviertan en «potentes consumidores de gases de efecto invernadero», precisó el biotecnólogo Diethard Mattanovich, jefe del equipo que desarrolló el trabajo científico.
Además de su utilización milenaria para producir pan y cerveza, las levaduras, unos hongos microscópicos, tienen múltiples aplicaciones, entre ellas, en la elaboración de medicamentos (como la insulina), enzimas para detergentes, materias primas industriales y biocombustibles.
Como organismos vivos que son, se alimentan de diversas fuentes de carbono, principalmente azúcar, en un proceso de fermentación en el que producen CO2 y alcohol.
Para crear una variedad que en lugar de emitir dióxido de carbono, lo absorba y almacene, los científicos austríacos introdujeron ocho genes exógenos en células industriales de la levadura (Pichia pastoris), y destruyeron tres genes naturales de las mismas.
«Hemos usado genes de bacterias y plantas», precisó Mattanovich.Las levaduras transgénicas obtenidas no necesitan otro alimento que el aire, del que capturan el CO2 de forma similar a como lo hacen los vegetales, aunque sin necesidad de la luz que requieren las plantas como fuente de energía para su fotosíntesis.
Técnicamente «es muy difícil» lograr que la luz llegue a la profundidad necesaria a través del material líquido de los fermentadores donde se cultiva la levadura», explicó Mattanovich.
«En esos grandes biorreactores insuflamos aire», y en lugar de luz, la nueva levadura transgénica, que es ya independiente de otras materias primas como fuente de carbono, obtiene su energía de un proceso químico con metanol, añadió.De esta forma, se convierte en un potente consumidor de gases de efecto invernadero.Según el biotecnólogo, «un único fermentador industrialmente común, de unos 500 metros cúbicos, podría capturar al menos 2.000 toneladas de CO2 al año, equivalente a la media anual de emisiones de mil automóviles».Además, los científicos ven otro gran potencial en el posible uso de las nuevas levaduras para fabricar diversos productos de bioplástico (pliácido láctico, PLA).
Calculan que entonces «consumirían» una tonelada y media de CO2 por tonelada de PLA.En conversación telefónica desde el aeropuerto de Barcelona, a donde acababa de llegar, Mattanovich, profesor de la BOKU, reveló que hoy ha viajado a la capital catalana para tratar con la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) sobre una posible cooperación basada en estos estudios y logros.
Por: EFE
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