Washington, EE.UU.
Un grupo de científicos ha identificado una red de regiones cerebrales que trabajan juntas para determinar si un robot es un buen compañero social y que han mostrado «inquietud» si parecen demasiado humanos, según un estudio que publica el 1 de julio la revista Journal of Neuroscience.
«El fenómeno implica un mecanismo neuronal que primero juzga cuán cerca un dato sensorial dado, como la imagen de un robot, está del límite entre lo que percibimos como agente humano o no humano», subrayó el experto Fabian Grabenhorst, de la Universidad de Cambridge. «Esta información la usa un sistema separado de valoración para determinar si el agente nos gusta o no».
La percepción de que hay algo amenazante en un robot «demasiado humano» no se limita a las máquinas en sí y también ocurre en otros campos tecnológicos como la realidad virtual y la inteligencia artificial donde la semejanza causa rechazo entre los humanos reales.
A juicio de Rosenthal-von der Pütten, «este es el primer estudio que muestra diferencias individuales en la intensidad del efecto de ‘valle de inquietud’, lo que significa que algunos individuos reaccionan con más sensibilidad y otros con menos ante los agentes artificiales semejantes a humanos».
Por: EFE
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