Dakar, Senegal. 

En su famoso discurso pronunciado en la Universidad de Dakar en 2007, el expresidente francés Nicolas Sarkozy dijo que el «drama de África» provenía del hecho de que «el hombre africano no ha entrado lo suficiente en la historia».

Un error de cálculo y conocimiento que le valió muchas críticas, pues África lleva tanto tiempo en la historia como el ser humano en la Tierra, tal y como demuestra el flamante Museo de Civilizaciones Negras (MCN), abierto en pleno centro de la capital de Senegal.

«La mayor contribución de África a la humanidad es la creación del ser humano, que comienza con nuestros ancestros hace 7 millones de años», asegura Hamady Bocoum, director del MCN, construido con una ayuda financiera de China de 34 millones de dólares.

Como parte de la lucha por dar a África el peso que merece en la historia, se creó este museo, inaugurado el pasado 6 de diciembre. Su papel, explica Bocoum, es «mostrar todas las contribuciones, mostrar que el ser humano es un creador continuo y que, en consecuencia, en África también se ha creado mucho».

«La humanidad -remarca- es la creación continua y en esa creación continua África tiene su parte que ha sido a menudo ocultada».

El proyecto del museo se visualizó ya en los años cincuenta por parte de intelectuales negros, lo concretó en 1966 el primer presidente de Senegal, el poeta Léopold S. Senghor, y contó con apoyo de la Unesco hasta los años ochenta, cuando cayó en el olvido.

La idea resurgió a comienzos del siglo XXI con el entonces presidente senegalés, Abdoulaye Wade, pero se acabó de materializar con el actual jefe de Estado, Macky Sall.

Al visitar el MCN, lo que primero que llama la atención es la forma del museo: se trata de un enorme edificio circular de unos 14.000 metros cuadrados repartidos en cuatro pisos y una explanada.

Con esta forma, se pretende reflejar a las civilizaciones africanas, cuyo elemento más representativo es la cabaña redonda.

El diseño del museo también hace alusión a un tipo de construcción de la región de Casamance (sur de Senegal), así como de Gran Zimbabue, capital de un reino fundado en el siglo XI en el actual Zimbabue y de la que aún se mantienen sus ruinas.Una vez dentro del edificio, el visitante se sorprende de nuevo por el llamativo árbol de unos 12 metros de altura que se erige en el centro del museo. Un baobab, el árbol más emblemático de África, construido en hierro por el escultor haitiano Edouard Duval-Carrié.Este baobab simboliza «el árbol de la humanidad en torno al cual todo los primates están representados hasta nosotros, homo sapiens sapiens», explica el director.

Además de la creación del ser humano, África ha aportado más cosas a la humanidad. Por eso, en torno a la sala principal se muestran diferentes contribuciones a la ciencia y la tecnología, como la metalurgia, la medicina, la arquitectura y las matemáticas.

En once exposiciones, se pueden encontrar también retratos de hombres y mujeres que han marcado la historia del continente y la diáspora, una sala dedicada a las civilizaciones africanas y otra a la apropiación africana de las religiones abrahámicas.

El museo, que no quiere contar solo el pasado, recoge asimismo la mundialización de la negritud, las diferentes obras de arte que han ganado el premio de la Bienal de Dakar desde 1992 a 2018, el arte de los textiles africanos o la muestra «Diálogo de máscaras».Las máscaras «son producidas por todas las civilizaciones, como las asiáticas y australianas. Y muestran que en nuestra humanidad hay una cierta unidad en nuestra diversidad. Tenemos expresiones culturales que a veces están muy próximas», cuenta Bocoum.

No obstante, el director del MCN asegura que no tienen «ganas» de ser «prisioneros» de una colección, porque «no se puede mostrar una exposición permanente y decir que es representativa de todas las civilizaciones negras».

Actualmente, son unas 1.300 las piezas expuestas, pero todo va a ir cambiando, salvo la exposición principal.Incluso habrá muestras que no tengan que ver con las civilizaciones negras porque, advierte Bocoum, «en los museos africanos se encuentran cosas africanas solamente, como si los africanos no tuvieran necesidad de descubrir al otro».

Poco antes de la apertura del museo, el escritor y académico senegalés Felwine Sarr y la historiadora de arte francesa Bénédicte Savoy publicaron un informe sobre la restitución del patrimonio cultural africano que causó cierto revuelo.En él se trataba la necesidad de devolución de las obras africanas que se exponen en los museos occidentales y que fueron robadas en tiempos de la colonización.Sin embargo, el director deja claro que, «cuando los europeos llegaron a África, la desacralizaron, traficaron y se llevaron a sus museos lo que ellos dicen que es arte africano, pero no es verdad».

Según Bocoum, lo que los europeos habrían robado son «objetos de culto», pero el arte sigue en África porque «existe una creación continua».El MCN aspira a ser un museo diferente: ni etnográfico, ni antropológico, ni subalterno, ni cromático.

«No es el museo del color negro. El negro no está ‘esencializado’ sino que es histórico. Es el museo de las civilizaciones negras en el tiempo del mundo, un tiempo muy largo: siete millones de años y no los dos siglos que duró la colonización», asevera Bocoum. María Rodríguez

Por: EFE