Guadalajara, Jalisco
Durante la Feria Internacional del Libro de Guadalajara 2025, el psicólogo estadounidense Alec Pollard y la psicóloga mexicana Liz Basáñez conversaron sobre uno de los temas más difíciles de la salud mental: ¿cómo acompañar a quien lo necesita?
Pollard, con más de 40 años de experiencia clínica, abrió la charla con una frase que marcaría el tono de toda la conversación: “Nadie se levanta por la mañana pensando: hoy quiero tener una enfermedad”. Con ello, recordó que los problemas de salud mental no son cuestión de voluntad, pero sí requieren corresponsabilidad: no es culpa de nadie estar enfermo, pero sí es responsabilidad de todos (pacientes y familias) buscar caminos posibles hacia el bienestar.
La conversación giró en torno a su libro más reciente: “¿Y si no quiere ayuda?: Cómo promover la recuperación y el bienestar en familia”, una obra creada junto a Melanie VanDyke, Gary Mitchell, Gloria Mathis y su esposa, Heidy J. Pollard, fallecida recientemente. El público acompañó con silencio respetuoso el homenaje que el autor hizo a ella.
Liz Basáñez, quien impulsó la traducción del libro al español, destacó un punto clave: la mayor parte de la literatura psicológica se ha centrado en el paciente, pidiendo implícitamente que la familia se alinee alrededor de él. Sin embargo, ¿quién cuida emocionalmente a quienes sostienen el entorno?
Basáñez expuso que la propuesta de Pollard rompe con esa mirada tradicional: se trata de un enfoque de bienestar familiar, donde los miembros de la familia no solo “ayudan” al paciente, sino que aprenden a ayudar(se) de manera informada, saludable y efectiva.
Para ilustrarlo, presentaron a “los García”, una familia que, pese a ser imaginaria, refleja situaciones que muchas personas reconocieron en la sala.
Sara, en este ejemplo, enfrenta sola la depresión severa de su esposo, Gabriel. Se ocupa de su hija adolescente, del trabajo, de los gastos y de sostener el hogar. Lo hace con amor, pero también con desgaste, frustración y culpa.
Mientras intenta “cargar” a Gabriel emocional y físicamente (despertarlo, llevarle comida, asumir sus responsabilidades), se va formando un ciclo que Pollard define como la trampa familiar, compuesta por tres elementos:
Evitación de la recuperación: La persona enferma no busca ayuda, a veces por miedo, vergüenza o por la propia naturaleza del trastorno.
Acomodación: La familia empieza a hacer por el ser querido cosas que él podría hacer en otras circunstancias como cubrir tareas, tomar decisiones, evitar conflictos, sobreproteger.
Minimización: Con el tiempo llega el agotamiento. Surgen reclamos, regaños, tensiones. La familia, sin querer, minimiza el sufrimiento del paciente… y el paciente deja de confiar en ellos. Todos terminan atrapados.
Pollard subrayó que estos comportamientos nacen del cariño, pero pueden empeorar los síntomas. “En medicina existe el principio: primero, no hacer daño. A veces, por amor, sin darnos cuenta, hacemos justo lo contrario”, dijo.
En la charla, ambos expertos coincidieron en algo fundamental: cuando la persona con un trastorno mental no quiere ayuda, la familia sí puede recibirla. Y eso no es abandono: es estrategia, autocuidado y preparación.
Durante décadas, recordó Pollard, los clínicos solían decirle a la familia: “Llámeme cuando él quiera venir”. Pero esa postura dejó sin apoyo a miles de personas que necesitaban orientación urgente para manejar el estrés, la frustración y el dolor.
El libro, fruto de más de treinta años de investigación, propone un enfoque práctico en cinco pasos, pensado precisamente para contextos donde el paciente rechaza buscar atención profesional.
¿Por dónde empezar? El primer paso
Aunque la charla abordó varios elementos del método, Pollard insistió en que el primer paso siempre es trabajar en uno mismo. Es decir, antes de intentar “rescatar” al ser querido, cada familiar debe detenerse a observar su propio papel en la dinámica y preguntarse con honestidad: ¿Lo que estoy haciendo está funcionando o solo me está desgastando? ¿Estoy acompañando o cargando? ¿Estoy facilitando la recuperación o reforzando, sin querer, la evitación?
Ese punto de partida, aunque incómodo, es el que abre la puerta hacia el bienestar familiar.
La conferencia cerró con un mensaje esperanzador: acompañar a alguien con depresión, ansiedad, TOC, trastornos alimentarios o adicciones no significa renunciar a uno mismo ni quedar atrapado en una dinámica de culpa: significa entender que el apoyo más efectivo es aquel que no sacrifica la salud emocional del acompañante.
Como dijo Basáñez al final: No es una terapia de familia. Es una guía para que la familia no se rompa mientras intenta ayudar, “si me das tres palabras: actuar amorosamente en lugar de reaccionar”.
Por: Leslie Almanza / NCC Iberoamérica.
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