Guadalajara, Jalisco
Durante las actividades de FIL Ciencia en la Feria Internacional del Libro Guadalajara 2025, se llevó a cabo la conferencia “El Autoritarismo: Una amenaza para la ciencia”, con la participación de Eva Vidal, investigadora de la Universidad Politécnica de Cataluña, y Mara Dierssen, del Centro de Regulación Genómica de Barcelona.
Ambas abordaron con claridad la creciente dificultad que enfrentan las instituciones científicas en un escenario marcado por el autoritarismo y la desinformación.
La desinformación como amenaza
La primera intervención estuvo a cargo de Eva Vidal, quien destacó cómo la manipulación de datos y la difusión de información falsa contribuyen a la pérdida de confianza en la ciencia. “Granjas de Trolls y plataformas digitales son utilizadas como herramientas para difundir información falsa o tendenciosa, poniendo en riesgo decisiones clave a nivel social y político”, comentó.
En su presentación, Eva Vidal expuso cómo el autoritarismo contemporáneo se ha transformado en “tecno-autoritarismo”, caracterizado por la vigilancia masiva, la manipulación digital y la censura en internet. Se mencionaron casos como Cambridge Analytica, que utilizó microsegmentación y propaganda digital para influir en procesos electorales, y grandes plataformas de vigilancia que detentan un gran poder, que solamente muestran cómo la tecnología puede ser utilizada para el control social.
Vidal subrayó que “la tecnología no es neutra”, y planteó preguntas sobre quién controla y decide el uso de estas herramientas, a quién llega el nuevo oro digital, que son tus datos. Además, señaló que los gobiernos autoritarios temen a la ciencia porque esta busca la verdad mediante evidencia, mientras que el poder autoritario se sostiene en la lealtad y el monopolio de la verdad.
También advirtió sobre el uso de pseudociencia oficial como arma política, inventando “verdades científicas” para justificar violencia o represión. Ejemplos recientes incluyen la crisis de la ciencia en Argentina bajo políticas de recorte, y el caso de un físico ruso condenado por “traición” en 2024, lo que refleja cómo la investigación independiente puede ser criminalizada en contextos autoritarios.
Vidal enfatizó que “la ciencia no tiene la verdad absoluta, sino que está en constante evolución y cuestionamiento”. Su análisis puso sobre la mesa la necesidad de fortalecer la comunicación científica y de proteger la credibilidad de las instituciones frente a campañas de desinformación que buscan sembrar dudas en la sociedad. El autoritarismo arrincona a la ciencia.
Por su parte, Mara Dierssen advirtió que el autoritarismo restringe la autonomía de las instituciones científicas y limita la capacidad de los investigadores para explorar libremente. “El autoritarismo no solo acorrala a la ciencia, sino que también frena el desarrollo crítico y el avance de conocimientos”, explicó durante su intervención en la FIL.
La presentación de Mara Dierssen retomó ejemplos históricos de manipulación científica, como la Gran Purga de Stalin y la expulsión de científicos judíos en la Alemania nazi. Estos casos ilustran cómo el poder político puede imponer pseudoteorías y expulsar a quienes contradicen la narrativa oficial.
Dierssen explicó que tanto la izquierda como la derecha autoritaria comparten rasgos comunes: simplicidad cognitiva, exceso de confianza en sus juicios y negación de la evidencia. Estudios recientes en neurociencia muestran que estas actitudes están asociadas con cambios cerebrales que favorecen el dogmatismo y la intolerancia hacia quienes piensan distinto.
Además, destacó que la ciencia introduce matices e incertidumbre, mientras que el autoritarismo promete certezas rápidas y culpables claros. Industrias como la tabacalera han explotado esta diferencia, presentando debates legítimos como confusión para evitar regulaciones.
En contraste, la ciencia debe ser defendida como un poder independiente y un mecanismo de control frente a la manipulación política.
Se compartió también que el autoritarismo psicológico se asocia con cambios cerebrales que explican la simplicidad cognitiva, el exceso de confianza en los propios juicios y la negación de la evidencia científica. Estos rasgos, descritos en estudios de neurociencia, sientan las bases para actitudes dogmáticas y punitivas hacia quienes piensan distinto, incluidos los científicos.
De esta manera, tanto la izquierda como la derecha autoritaria comparten un patrón común: la búsqueda de certezas absolutas y la intolerancia frente a la diversidad de pensamiento.
En la presentación de las diapositivas de las conferencistas, mostraron cómo la desinformación y el autoritarismo, tanto de izquierdas como de derechas, han limitado históricamente el avance científico. Se recordaron casos como el de Trofim Lysenko en la URSS y la Deutsche Physik en la Alemania nazi, donde la ideología desplazó a la evidencia. Preguntas y respuestas: ciencia, juventud y cultura. Tras las exposiciones, se abrió una ronda de tres preguntas y respuestas.
Una de ellas, cuestionó cómo lograr que los jóvenes dejen las redes y vuelvan a los libros. Dierssen respondió con evidencia científica: las experiencias multisensoriales y la psicomotricidad fina, como escribir a mano, generan un impacto más profundo en el cerebro que las interacciones digitales unisensoriales. “Es mejor volver a escribir que teclear”, afirmó.
Este intercambio reforzó la idea de que la ciencia introduce matices e incertidumbre, mientras que el autoritarismo promete certezas simples y culpables claros. Recuperar la complejidad y el esfuerzo intelectual es también una forma de resistencia cultural.
La conferencia concluyó con un mensaje claro: los científicos deben luchar por el conocimiento desinteresado y defender la integridad de la ciencia frente a la manipulación política. Tanto Vidal como Dierssen coincidieron en que la defensa de la ciencia es hoy un acto de libertad y responsabilidad compartida. Con sus diapositivas, Mara Dierssen cerró la presentación citando y mostrando una imagen de Martin Luther King Jr. que dice: «Nada en el mundo es más peligroso que la ignorancia sincera y la estupidez concienzuda».
Una frase que resume la urgencia de proteger la ciencia frente a la desinformación y los discursos autoritarios que buscan ocultar la evidencia.
Por: Ramón Reyes García/ NCC Iberoamérica
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