Guadalajara, Jalisco

El Auditorio Juan Rulfo de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara se llenó para escuchar al Premio Nobel de Química 2009, Venki Ramakrishnan, presentar su libro ¿Por qué nos morimos? La nueva ciencia del envejecimiento y la búsqueda de la inmortalidad. Durante casi hora y media, el investigador del MRC Laboratory of Molecular Biology de Cambridge ofreció una de las exposiciones más completas y accesibles sobre los fundamentos biológicos, evolutivos y sociales del envejecimiento.

La muerte no es lo que parece

“La única especie plenamente consciente de su propia mortalidad es el ser humano”, comenzó Ramakrishnan. Sin embargo, la muerte que tememos no es la que ocurre a nivel celular: millones de nuestras células mueren cada día (incluso durante el desarrollo embrionario) sin que ello nos mate. Paradójicamente, cuando se declara la muerte clínica, la mayoría de nuestras células y muchos órganos permanecen vivos durante horas, lo que permite la donación.

“En términos biológicos, morimos cuando perdemos irreversiblemente la conciencia y la capacidad de funcionar como un organismo integrado”. Desde esta perspectiva, las células germinales son funcionalmente inmortales: forman una línea continua que se remonta a miles de millones de años y se transmite de generación en generación.

El núcleo conceptual de la conferencia fue la teoría evolutiva del envejecimiento. “Tu cuerpo es un vehículo temporal y desechable para tus genes”, resumió Ramakrishnan. La selección natural no optimiza la longevidad individual, sino la transmisión exitosa de genes (fitness reproductivo). En un mundo de recursos limitados, cada especie debe decidir cómo distribuir la energía entre crecimiento, reproducción y mantenimiento somático.

Un ratón silvestre raramente vive más de 18 meses porque será depredado antes; invertir en reparación en su especie sería un desperdicio evolutivo. Mejor crecer rápido y reproducirse prolíficamente.

Una tortuga de Galápagos o la ballena de Groenlandia (más de 200 años) evolucionaron en ambientes de baja depredación externa; a esas especies les conviene destinar recursos a mantenimiento y vivir décadas para garantizar al menos una reproducción exitosa.

Esta “teoría del soma desechable” explica por qué la evolución tolera —y a veces selecciona— mecanismos que benefician la vida temprana, aunque aceleren el envejecimiento posterior (protección contra cáncer joven a costa de enfermedades degenerativas después de los 50).

La gran extensión histórica de la vida humana

Hace 150 años la esperanza de vida al nacer era inferior a 40 años, pero debido a mortalidad infantil y enfermedades infecciosas. Quienes llegaban a adultos frecuentemente alcanzaban los 70-80 años (El gran Miguel Ángel murió a los 89). El salto a 80 años de promedio de vida en países desarrollados se debe a higiene, vacunas y antibióticos, no a haber ralentizado el envejecimiento biológico. La longevidad máxima humana sigue oficialmente en los 122 años (Jeanne Calment, 1997).

“En Reino Unido, el 10 % más rico vive 10 años más que el 10 % más pobre; en EUA. Son 15 años. Cualquier terapia efectiva será inicialmente carísima y ampliará esa brecha”, advirtió Ramakrishnan. Con fertilidad en caída y mayor longevidad, el poder económico y político quedará concentrado en octogenarios y nonagenarios. “La creatividad humana alcanza su pico entre los 20 y 40 años. Más años no garantizan más innovación; a veces lo contrario”.
Sobre el transhumanismo y la “carga de nuestra conciencia” en nuestros últimos momentos a computadoras o servidores, fue tajante: “Julio Verne predijo submarinos, pero no viaje al centro de la Tierra. Copiar un cerebro no es transferir conciencia”.

El Nobel concluyó con lo siguiente, “No pienso mucho en la muerte; los humanos vivimos como si fuéramos inmortales hasta que un diagnóstico médico grave nos dice lo contrario”. Y añadió,»En 5-10 años no me sorprenderían tratamientos que añadan años saludables… Algunos colegas dicen que la primera persona que llegará a 150 ya nació».

Su mensaje final fue claro: “Antes de vivir más tiempo, lo urgente y alcanzable es vivir mejor”.

Por: Ramón Reyes García / NCC Iberoamérica