La tercera campaña de excavación en el yacimiento prehistórico de Ruidera – Los Villares en Ciudad Real apunta prometedores avances sobre el proceso de expansión de los antepasados de los neandertales por la península ibérica. Este excepcional yacimiento manchego ya se compara con Atapuerca.
Las Lagunas de Ruidera podrían describirse como un oasis en el ‘desierto’ de La Mancha. Y es que este excepcional humedal ha funcionado durante milenios como un refugio de la biodiversidad frente a la aridez de la llanura.
Pero estas 15 lagunas también guardan un importante valor simbólico. Se tratan del nacimiento del río Guadiana, una de las principales cuencas de la Península. El calado de las lagunas en el imaginario colectivo es tal que el propio Cervantes quiso situar en este lugar la disparatada aventura de don Quijote de la cueva de Montesinos.
Lo que no sospechaban en los pequeños pueblos de la zona es que allí además se escondían algunas claves inéditas para comprender la historia misma de la humanidad. Concretamente, un periodo con todavía muchas incógnitas, la época en la que los antepasados de los neandertales comenzaron a poblar la Península antes de ser reemplazados para siempre por el Homo sapiens.
Una piedra con huesos dentro
En los años 60, algo antes de que Las Lagunas de Ruidera fueran declaradas Parque Natural, en la urbanización de Los Villares se construyó una carretera para unir los chalés de fin de semana que se habían ido construyendo en este ‘paraíso’ interior.
Fue en aquel mismo lugar donde más de treinta años después Antonio Ruiz Reinosa, guardia de la urbanización, descubrió algo inusual. En un descanso durante su ronda de vigilancia se sentó sobre una piedra y su sorpresa fue mayúscula cuando advirtió que de esa misma roca salían huesos. “Pensé que eso tenía que llevar muchos años ahí metido”, recuerda Antonio para la agencia SINC.
Ante la posible importancia del hallazgo, Antonio dio parte a sus superiores. La casualidad quiso que contactasen con unos jóvenes arqueólogos y paleontólogos que estaban trabajando en el cercano yacimiento de la Cueva de los Toriles, en Carrizosa.
El yacimiento bajo la carretera
La primera prospección superficial confirmó que era un yacimiento muy rico en fósiles del Pleistoceno Medio (hace 300-400 000 años). Eso llamó el interés del equipo de Primeros Pobladores del Alto Guadiana, que desde entonces excava el yacimiento, debido a su potencial para llenar el vacío de conocimiento de un periodo en el que hay un registro fósil muy limitado no solo en la península ibérica sino en Europa en general.
“En aquel primer hallazgo nos llamó la atención la gran abundancia de fósiles de ovicápridos y que alguno de los huesos parecía tener marcas de cortes antrópicos, es decir, que había humanos procesando esos animales”, explica Daniel García Martínez, director de la excavación y profesor de Antropología Física de la Facultad de Biología de la Universidad Complutense de Madrid (UCM).
En apenas un metro cuadrado recuperaron más de 60 restos excepcionalmente bien conservados. Al parecer, la carretera se habría construido sobre una cueva arcaica –rellenada de forma natural– que contenía restos de los animales y humanos que vivieron en aquella época.
“Probablemente no hay nada en la península ibérica que tenga estas características tan interesantes y ricas a excepción de Atapuerca. Es un momento cronológico muy importante, donde los antepasados de los neandertales están comenzando a diversificarse”, concreta Daniel García Martínez.
‘Anatomía’ de una cueva
A pesar de aquel primer contacto tan prometedor, la primera excavación arqueológica no se produjo hasta 2023. Ahora, al término de la tercera campaña, se han recuperado más de 3 000 fósiles de una fauna que ya no existe, como el león de las cavernas, el leopardo, el lobo arcaico y unos ovicápridos llamados tahres que ya solo habitan en el Himalaya.
Entre estos fósiles también se han recuperado más de 70 restos humanos relevantes, incluyendo fragmentos craneales, dientes y huesos de extremidades
“La lástima es que, como se encontró a través de la construcción de la carretera, todas las piezas de momento están aisladas y fragmentadas. Aun así, son bastante informativas y nos pueden decir mucho sobre estos homínidos”, añade Carlos A. Palancar, codirector de la excavación y miembro del equipo de investigación de Primeros Pobladores del Alto Guadiana.
Dicho proceso de construcción utilizó dinamita y maquinaria pesada. Por eso, a la dificultad habitual de un yacimiento de estas características se añade la dispersión del material arqueológico fruto de las explosiones.}
Las lagunas de los ‘Homo neanderthalensis’
Los restos de los homínidos recuperados podrían aportar información muy valiosa sobre cómo los Homo neanderthalensis fueron expandiéndose por la Península.
En una cronología similar, en la Sima de los Huesos de Atapuerca, los homínidos que se encontraron allí son lo que los investigadores de Atapuerca han denominado “preneandertales”. Sin embargo, en Ruidera todo parece indicar que son individuos más arcaicos.
Esta especie de homínido extinta además está considerada el último ancestro común entre neandertales y sapiens. En las excavaciones también se han recuperado en su contexto arqueológico más de 80 herramientas líticas –como núcleos y lascas– que habrían utilizado estos manchegos primigenios potencialmente para descarnar los ovicápridos salvajes.
En busca del ‘Hombre de Ruidera’
Las dificultades de este yacimiento ‘partido’ por una carretera, llaman a la cautela a pesar de los prometedores hallazgos que se han realizado en estas tres campañas. La investigación avanza despacio, gracias también a la colaboración de los propietarios privados de la urbanización de Los Villares.
El equipo arqueológico anhela descubrir unos restos más completos de estos homínidos, que puedan impulsar los trabajos.
Hablamos del “Hombre de Ruidera”, y no “La mujer de Ruidera”, porque de momento las investigaciones realizadas sobre el esmalte dental en la Unidad de Proteómica de la UCM, revelan que estaríamos frente a varios individuos masculinos.
Sea como fuere, queda mucho trabajo por hacer. Empezando por la divulgación de los hallazgos. “Ya que lo hemos encontrado aquí, si se hace algún museo o algún centro de interpretación, me gustaría que se haga en Ruidera”, pide el guardia Antonio Ruiz Reinosa, descubridor del yacimiento.
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