Francia.

El cruce natural entre tomates silvestres y plantas similares a papas en América del Sur dio lugar a la papa moderna hace unos 9 millones de años. Así lo aseguró un estudio publicado en la revista científica Cell.

Un equipo internacional de investigadores parece haber desvelado el secreto al analizar 450 genomas de papas cultivadas y 56 especies de papas silvestres. De acuerdo con los científicos, el patrimonio genético de las papas modernas tiene un legado genético equilibrado de dos especies ancestrales.

Un 60% proviene de etuberosum, un grupo de tres especies provenientes de chile que se asemejan a las papas modernas pero sin tubérculo, que es la parte que se consume. Y un 40% surge del tomate, una proporción equivalente en todas las papas, ya sean silvestres o cultivadas.

El último ancestro común entre el etuberosum y el tomate fue hace unos 14 millones de años, cuando comenzó a crearse este híbrido en un proceso que se completó hace 9 millones de años. También llama la atención que la papa moderna tiene la capacidad de reproducirse de forma asexual, es decir, sin necesidad de semillas ni polinización. Esta característica ayudó a la propagación de la papa en toda América del Sur y a través del intercambio humano posterior en todo el mundo.

El estudio revela un cambio profundo en la biología de la evolución y sugiere que el uso del tomate como base de la biología sintética es una ruta prometedora para crear esta nueva papa.