Panamá.

Rodolfo Flores, biólogo de profesión y docente en la Universidad de Panamá, dedica su tiempo libre a la investigación cultural. En su estudio sobre el distrito de Dolega, destaca el origen del nombre de este lugar, así como su profundo valor histórico tanto en la época precolombina como en la colonial.

De acuerdo con Flores, historiadores como Beatriz Miranda de Cabal han documentado que el proceso de aculturación tras la llegada de los españoles a Dolega estuvo marcado por la opresión. Según estas fuentes, los pueblos indígenas doraces que habitaban la región habrían solicitado ayuda a los colonos españoles asentados en Alanje para defenderse de otros grupos indígenas cercanos.

En este contexto se origina el nombre “Dolega”, derivado del idioma doraz que hablaban los doraces. La palabra “dole” significa colibrí, y “go” se traduce como “mata”, “bosquecito” o “lugar”. Así, “Dolega” puede interpretarse como el lugar del colibrí.

La emblemática plaza de Dolega también tiene una rica historia que antecede la colonización. Flores relata que, en tiempos precolombinos, los doraces realizaban allí actividades culturales y religiosas, rindiendo culto al sol y a la luna, al igual que otros pueblos indígenas de Centroamérica. Con la llegada de los colonizadores, los españoles construyeron una iglesia sobre este espacio ceremonial.

Observando que los indígenas ya creían en un ser supremo y en elementos celestes como parte de la creación, los evangelizadores usaron esta cosmovisión como puente para introducir el cristianismo. Como parte de esa estrategia, incorporaron representaciones del sol y la luna en el altar de la iglesia —el mismo que aún permanece y que data del siglo XVII—, integrando así símbolos indígenas al nuevo culto religioso.

La plaza de Dolega, por tanto, no solo conserva las huellas de un pasado precolombino, sino también los rastros de una colonización que dejó su impronta mediante tácticas de sincretismo cultural y religioso.

Por: Sertv.