Italia.

Acompañados por el profesor del Departamento de Ingeniería, Francesco Pompoli, entramos a un amplio recinto cubierto de paneles en forma de cuña. Tiene 10 metros de largo por 10 de ancho y 8 metros de altura. Es uno de los lugares más silenciosos del planeta: la cámara anecoica de la Universidad de Ferrara.

Es una cámara en la que todos los sonidos son absorbidos, apenas salen de su fuente. Como pueden ver, está recubierta con cuñas hechas de fibra de poliéster, un material que absorbe el sonido. Estas cuñas son bastante grandes, miden un metro con 70 centímetros, lo que permite absorber incluso las frecuencias más bajas”, destacó Pompoli.

Este espacio se usa para certificar la potencia sonora de distintos productos, así como para proyectos de investigación, algunos en colaboración con empresas. En el mismo edificio, pero en otro piso, se encuentra todo lo contrario: la cámara reverberante, donde se prueba, por ejemplo, qué tanto pueden absorber el sonido ciertos materiales. Aquí, todas las superficies reflejan el sonido. El efecto es este: «¡Eco!» Los estudios acústicos tienen muchísimas aplicaciones.

“Por ejemplo, en la industria automotriz, las empresas nos piden que analicemos la calidad del sonido que generan sus vehículos. Esta calidad puede estar relacionada con la percepción del conductor: hay quien prefiere un auto deportivo con un sonido fuerte e intenso que acompañe la aceleración, y hay quien busca más bien comodidad, es decir, silencio y tranquilidad. Un caso muy interesante es el estudio del sonido que hace una puerta al cerrarse. Aunque no tiene nada que ver con el funcionamiento real del auto, es muy importante porque, en la agencia, el cliente suele probar cómo cierra la puerta para tener una idea de qué tan sólido es el vehículo. Ese sonido influye directamente en su decisión de compra. La acústica, aunque no siempre lo notamos, tiene un gran impacto en nuestras decisiones en muchos aspectos de la vida. Incluso cuando preferimos un pan tostado más crujiente que otro, esa elección tiene que ver con cómo suena. Por eso, las empresas estudian estos detalles para motivarnos a consumir un producto en lugar de otro”, concluyó Pompoli.

Por: RAI.