Francia.
La inteligencia artificial generativa tiene un costo ambiental muy alto. Los centros de datos que la operan consumen mucha energía. Para 2030 se espera que representen el 3% del consumo mundial, lo que equivale al consumo anual de Francia y Alemania.
Hacer una pregunta a ChatGPT consume diez veces más energía que hacer una búsqueda en Google. A través de su consumo eléctrico, la inteligencia artificial emite dióxido de carbono. Entrenar un gran modelo lingüístico genera entre 200 y 300 toneladas de CO₂, el equivalente a 250 vuelos entre Nueva York y Pekín.
Los aires acondicionados necesarios para refrigerar los centros de datos utilizan miles de millones de metros cúbicos de agua. Los servidores de inteligencia artificial producen miles de toneladas de residuos electrónicos y su fabricación requiere tierras raras, cuya extracción es otra fuente de contaminación.
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