Ecuador.
Todos nos sentimos solos en algún momento de nuestras vidas, es una experiencia humana universal. Pero en las últimas décadas este sentimiento ocasional se ha vuelto crónico para millones.
En Latinoamérica, por ejemplo, Bolivia encabeza la lista de los países con la mayor proporción de personas que se sienten muy solas, con un 31%. Chile con el 30% sigue de cerca a Bolivia y en Argentina el 28% de las personas, también se sienten muy solas.
Pero, ¿qué es la soledad?, ¿existe alguna diferencia entre estar solo y sentirse solo? “Creo que a todos nos ha pasado este deseo de querer espacios muy individuales en los que podamos disfrutar de actividades, de hobbies y a eso nos referimos con el estar solos, pero el sentirse solos ya implica que, pese a que en mi entorno exista una serie de de relaciones interpersonales, de conexión social, la persona realmente experimente que esas redes de apoyo no están disponibles”, dijo Margarita Mantilla, psicóloga y docente de la UTN.
La soledad es una función corporal como el hambre. El hambre hace que atendamos las necesidades físicas, la soledad hace que atendamos las necesidades sociales. Por eso sentirse solo puede ser muy doloroso, pues ese malestar forma parte de nuestra biología y es una adaptación evolutiva.
“Nosotros tenemos algo que se llama instintos y dentro de estos instintos tenemos el instinto gregario, que es precisamente el compartir con personas, el vivir en comunidad”, agregó.
Las sociedades que hoy en día conocemos se construyeron en conjunto y ser rechazado o aislado de la tribu suponía la muerte. Este miedo al destierro hacía que se norme el comportamiento de los individuos para vivir en armonía con los otros.
“Cuando había algún personaje que tenía demasiado poder o demasiada influencia negativa en su sociedad, lo que una de las penas máximas era peor que morirse, peor que la que la pena de muerte era el ostrasismo, o sea, que lo que lo desvinculen de su sociedad y tenga que vivir en otros lados. Entonces, me parece perfecto, yo pensaría que siempre fue, digamos, una especie de se vio como un castigo como para mantener la armonía social”, Jorge Torres, sociólogo y docente de la UTN.
Estudios a gran escala han demostrado que el estrés que produce la soledad crónica es una de las experiencias más insalubres para los humanos. Nos hace envejecer más rápido, el cáncer se vuelve más letal y el sistema inmune se debilita.
Las muertes por soledad duplican las de la obesidad e igualan a las de fumar un paquete de cigarrillos al día. Y aunque en la actualidad nos encantan cosas más refinadas como la inteligencia artificial y las naves espaciales, nuestros cuerpos y mentes son fundamentalmente iguales que hace 50 mil años. Aún estamos programados biológicamente para estar juntos.
Por: UTN / Viviana Obando.