México.

Las aguas del Mar de Cortés son de color azul intenso, enmarcadas por tierras y montañas casi desérticas. Esta es la Ensenada de La Paz, en Baja California Sur, hábitat de diferentes especies de aves, peces, algas, crustáceos y moluscos, como el callo de hacha y la almeja catarina, ambos pertenecientes al grupo de los bivalvos, llamados así por sus dos conchas. En ellas, existe un universo más pequeño de algas, crustáceos y briozoarios, conocidos como animales musgos.

El callo de Hacha y la almeja catarina, alimento de muchos organismos, consumen partículas suspendidas en el agua. Esto contribuye a remover el exceso de nutrientes favoreciendo aguas más limpias. Viven en sitios poco profundos y su distribución abarca desde la península de Baja California hasta Perú. Son dos de las 80 especies de moluscos de importancia económica en México.

Los habitantes de la colonia, el manglito, han sido por generaciones pescadores buzos de almeja catarina y, en particular, de callo de Hacha. Creyeron que la riqueza de este lugar nunca acabaría. Hace cuarenta años, había casi sesenta millones de callos de Hacha. Sin embargo, su demanda creció, pescando de manera descontrolada. Para la primera década de este siglo, sólo quedaban cien mil, hasta que fue imposible encontrarlos. Una mala noticia para la economía de la comunidad y para el ecosistema.

En 2008, decidieron restaurar la Ensenada. Comenzaron a trabajar con científicos de la Asociación Civil Noroeste Sustentable, con universidades y con autoridades. Llevaron a cabo un censo de estas especies y de cómo estaban distribuidas. Juntos, concluyeron que las poblaciones de callo y almeja se recuperaran de forma natural. Firmaron un acuerdo para dejar de pescar, comprometiéndose a vigilar que la medida se cumpliera. Sacaron la basura del fondo marino y cultivaron estas especies fuera del mar, para después regresarlas y garantizar su existencia.

En 2015, la población de callo de hacha aumentó a cuatro millones. En ese mismo año, un centenar de pescadores del manglito formaron la Organización de Pescadores Rescatando la Ensenada, OPRE. Dos años después, lograron la concesión de pesca sostenible de 12 especies en 2000 hectáreas de la Ensenada. A pesar de estos esfuerzos, el trabajo entre pescadores e investigadores continúa.

La Comisión Nacional para el Conocimiento y uso de la biodiversidad con avio difunde estas experiencias para demostrar que México es capaz de conocer, conservar y usar de manera sostenible los recursos naturales. Los buzos pescadores del manglito saben que es posible trabajar en armonía con la naturaleza y devolverle un poco de vida al mar.

Por: DGDC.