Busan, Corea del Sur.
Con el aplazamiento hasta el próximo año de un acuerdo que aborde la contaminación por plásticos a nivel mundial, científicos consultados subrayan que tan importante como reducir la producción de plásticos es regular los productos químicos usados en su fabricación.
Lo importante sería tener una lista inicial de estas sustancias en el acuerdo porque muchas ya han sido evaluadas y se sabe mucho sobre los daños que causan a la salud humana y al medio ambiente”, señala el ingeniero químico Rafael Eudes, miembro del comité de gestión de Zero Waste Alliance Brasil.
Sin embargo, la quinta ronda de negociaciones de las Naciones Unidas para definir un tratado multilateral sobre la contaminación plástica finalizó el domingo pasado (1/12) sin el ansiado acuerdo y se espera una nueva sesión de discusiones para el próximo año.
Según Neil Tangri, investigador del Centro de Políticas Públicas Ambientales de la Universidad de California en Berkeley, se llegó a un punto muerto porque los más de 170 países que se reunieron en Busan, Corea del Sur, están “haciendo las mismas cosas y esperando resultados diferentes” en lo que respecta al proceso de negociación.
Negociaciones
Algunos grandes productores de petróleo están retrasando el avance del acuerdo todo lo que pueden, utilizando su poder de veto, en particular dada la necesidad de consenso. “Si en lugar de consenso tuviéramos un proceso de votación, estos países se verían presionados a negociar porque saben que perderían las votaciones”, afirma Tangri.
Y es que durante la reunión, “más de cien países se han expresado a favor de reducir la producción de plástico, apoyando la propuesta de Panamá, lo cual fue una gran sorpresa en este proceso. Esta reducción es exactamente lo que la ciencia dice que es necesario para enfrentar el problema”, indica.
México, Panamá, Chile, Costa Rica, Perú, República Dominicana y Colombia son parte del grupo que impulsa un tratado ambicioso. Otros países latinoamericanos (incluidos los productores de petróleo) como Brasil, Argentina, Venezuela, Paraguay y Cuba, están poniendo más cuidado en reducir la producción de plástico.
Durante todo el proceso, que comenzó en 2022, Brasil estuvo muy concentrado en tratar los residuos y mejorar el diseño de los productos plásticos para que puedan reciclarse de manera más eficiente, recuerda Eudes.
Por otro lado, el país propuso el desarrollo de criterios para definir las sustancias químicas que deberían incluirse en la lista de sustancias químicas de preocupación. “México propuso la inclusión de esa lista en el acuerdo, pero aún no ha sido incluida en el texto provisional aprobado en Busan”, informa.
Regular productos químicos es fundamental
Para los investigadores que siguen el proceso de creación del tratado sobre la contaminación plástica, si no se regulan los aditivos utilizados en la producción de plástico, poco o nada se podrá avanzar para detener el daño ambiental y a la salud humana.
Según un informe publicado en marzo de este año, resultado de un proyecto de investigación sobre plásticos financiado por el Consejo Noruego de Investigación, actualmente se utilizan al menos 16.000 aditivos en la producción de diversos tipos de plástico. Los riesgos de más de 10.000 de ellos aún se desconocen, y más de 4.200 son sustancias preocupantes porque son altamente nocivas para la salud humana y el medio ambiente.
Sin embargo, aproximadamente 400 de estas sustancias preocupantes se utilizan habitualmente en plásticos utilizados en la vida cotidiana, como los envases de alimentos.
La toxicóloga ambiental Jane Muncke, científica jefe de la Food Packaging Forum Foundation, organización con sede en Suiza, y una de las coautoras del informe, subraya que todos los tipos de plástico tienen sustancias químicas peligrosas en su composición.
Conflictos
“Y el mayor problema es que el plástico no es un material inerte, es decir, los químicos que contiene se transfieren a las superficies con las que entran en contacto, como los alimentos, por ejemplo”, indica.
“Cuando hablamos de plásticos, hablamos de sustancias químicas. Es muy sorprendente que no tratemos la regulación de químicos en un acuerdo como este”, dice Marina Olga Fernández, especialista en endocrinología e investigadora del CONICET en el Instituto de Biología y Medicina Experimental de Buenos Aires. “Este tema necesita ser abordado en el texto si queremos tener un acuerdo efectivo”, reitera.
En su opinión, no se puede hablar de dosis seguras de exposición a estas sustancias químicas. Sólo entre los disrruptores endocrinos existen al menos seis grupos diferentes. La lista incluye a los bisfenoles, largamente utilizados en envases de alimentos y bebidas. Estas sustancias pueden reducir la fertilidad, causar cáncer, enfermedades cardíacas y diabetes.
“Los efectos de estas sustancias pueden variar mucho según la intensidad y el período de exposición. Lo que sabemos es que la exposición de los fetos a microplásticos con estos químicos puede provocar cambios hormonales e incluso neurológicos de por vida”, explica Fernández.
Buscar una lógica
La investigadora reitera que no tiene sentido regular las sustancias una a una. “Hay miles de sustancias químicas preocupantes. Es necesario regularlas por grupos, porque seguiremos teniendo el mismo problema si se reemplaza una sustancia prohibida por otra similar, eso es lo que llamamos ‘sustituciones lamentables’”, sostiene Fernández.
Otra forma eficaz de combatir estas sustancias es reducir la producción de plástico, afirma Muncke. “Al contrario de lo que las empresas quieren hacernos creer, los plásticos no se pueden reciclar con alta eficiencia”, afirma.
Esto se debe a que los plásticos están hechos de polímeros: largas cadenas de monómeros o moléculas individuales que, por ejemplo, pueden ser hidrocarburos derivados del petróleo. Algunos polímeros pueden ser cadenas con más de una docena de mil monómeros.
“El inmenso tamaño de estas moléculas es lo que le da al plástico su capacidad de moldearse en diferentes formas. Sin embargo, cuando el plástico se recicla, es imposible volver a romper estos polímeros en monómeros”, explica Muncke. Así, el plástico reciclado pierde características que dan valor al material.
“Siempre es necesario agregar plástico virgen al plástico reciclado para que vuelva a funcionar. Y junto a esto, es necesario mezclar aditivos peligrosos para garantizar propiedades como la moldeabilidad, por ejemplo”, continúa.
Para Muncke, ya tenemos suficiente conocimiento científico para crear políticas que garanticen la salud humana y ambiental. “La ciencia es clara: la formulación de políticas debe seguirla”, resalta.
Por: Meghie Rodrigues vía Scidev.net América Larina y el Caribe.
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