México.
Llega la noche en la selva de Chamela, en Jalisco. Es el momento en que las solitarias tarántulas salen de sus madrigueras para alimentarse. Son las arañas más grandes del mundo. Su cuerpo, dividido en dos partes, está repleto de setas, que son pelos que le dan aspecto aterciopelado. Actúan como órgano sensitivo. Con ellos, detectan las vibraciones en el aire y el suelo, comunicando esta información al sistema nervioso.
No producen telarañas, pero como todas las arañas producen seda. Con ella, cubren sus madrigueras, huevos o hasta sus presas. Han habitado el planeta desde hace más de 100 millones de años. Las encontramos desde Estados Unidos, hasta América del Sur y en algunas regiones de Europa, África, Asia y Oceanía.
México ocupa el segundo lugar en diversidad de tarántulas, solo después de Brasil. En el mundo se conocen 167 géneros y 1.107 especies. De estas, el 10% vive únicamente en nuestro país.
Las tarántulas cumplen un importante papel como controladoras de plagas. Lamentablemente en México, la deforestación de su hábitat para la agricultura y la ganadería, el crecimiento urbano y sobre todo su tráfico ilegal para usarlas como mascotas, han puesto en amenaza a varias especies. Nos falta mucho por conocer de las tarántulas.
La doctora Daniela Candia, de la Compa de la Colección Nacional de Arácnidos del Instituto de Biología de la UNAM, es uno de los pocos especialistas mexicanos en estos fascinantes seres. Ella busca reconstruir su evolución a lo largo de su historia.
Las tarántulas, esas pequeñas y asombrosas criaturas peludas nos muestran que aún hay mucho por aprender de la naturaleza, sobre todo a respetarla y convivir en armonía con ella.
Por: DGDC.
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