Estados Unidos.
Se llama ADN circular extracromosómico (ADNec) y tres investigaciones recogidas este miércoles en la revista Nature describen el agresivo mecanismo por el que impulsa el cáncer, con base en el estudio de 15.000 pacientes con 39 tipos diferentes de tumores.
El ADNec es un tipo de molécula de ácido desoxirribonucleico circular y disociativo que se ha identificado en el citoplasma de diferentes tipos de células cancerosas.
Los científicos consideran que amplifica los llamados «oncogenes» (genes que sufrieron una mutación y tienen el potencial de causar cáncer), y está implicado tanto en la progresión de la enfermedad como en la resistencia a fármacos.
Los hallazgos parten de un grupo internacional de investigación llamado eDyNAmiC, que dirige el catedrático de patología de la universidad de Stanford, Paul Mischel, y que ha contado con una subvención de 25 millones de dólares de centros públicos del Reino Unido y Estados Unidos para descifrar los mecanismos del ADNec.
“Estamos ante la comprensión de un mecanismo común y agresivo que impulsa el inicio y la evolución del cáncer”, ha subrayado Mischel en un comunicado.
Mayor prevalencia de lo esperado
Hasta hace poco, se creía que solo alrededor del 2 % de los tumores contenía cantidades significativas de ADNec, pero los trabajos del equipo de Mischel demostraron, en 2017, que el ADNec estaba muy extendido y, probablemente, tenía un papel importante en el desarrollo del cáncer, en la resistencia a los tratamientos y en la existencia de metástasis.
El pasado año describieron cómo la presencia de ADNec hace que células precancerosas se transformen en cancerosas.
En los sucesivos estudios, han identificado antecedentes genéticos y rastros de las mutaciones que dan las claves de cómo se origina y prospera el ADN circular extracromasómico.
Han visto que ADNec se segrega sin interrupción durante la división celular “como unidades de varios círculos a las células hijas”.
“Esto pone en entredicho la regla de Gregor Mendel (el naturalista que definió por primera vez la herencia genética a través de estudios con guisantes) de la distribución independiente de genes que no están físicamente vinculados por secuencias de ADN”, afirma Mischel.
El investigador lo explica comparándolo con “conseguir una buena mano en el póquer: las células cancerosas que reciben esa buena mano de cartas reciben una ventaja y hemos descubierto el mecanismo por el que la logran”.
Un punto débil
Los científicos han visto un punto débil en este proceso ventajoso para las células cancerosas: “Existe una tensión inherente entre la transcripción y la replicación celular, cuando esos dos procesos chocan, la réplica se detiene y la célula activa puntos de control internos para detener la división celular hasta que se resuelva el conflicto”.
Así, uno de los artículos publicado este miércoles explica cómo el bloqueo de la actividad de una proteína llamada CHK1 logra provocar la muerte de las células tumorales que contienen ADNec (cultivadas en el laboratorio) y causa la regresión tumoral en experimentos con ratones con cáncer de estómago.
El inhibidor de CHK1 se encuentra ya en fase inicial de ensayos clínicos.
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