París, Francia.
Si bien el dióxido de carbono (CO2) es el gas de efecto invernadero más famoso, otros, menos conocidos por la opinión pública, desempeñan un papel importante en el calentamiento global y están recibiendo una atención creciente por parte de los investigadores y responsables políticos.
El metano (CH4), el óxido nitroso (N2O) y los gases fluorados también contribuyen al calentamiento mundial.
El CO2 representa alrededor de dos tercios del calentamiento atribuible a los gases de efecto invernadero, resume Piers Forster, profesor de la Universidad británica de Leeds y autor del IPCC, el grupo de expertos mandatado por la ONU.
Pero otros gases, comenzando por el metano, también desempeñan un papel importante.
El metano
El metano (CH4) es el segundo gas de efecto invernadero generado por actividades humanas, después del CO2.
Aproximadamente el 40% del metano proviene de fuentes naturales, especialmente en zonas húmedas, pero la mayoría (alrededor del 60%) está vinculada a actividades humanas como la agricultura (cría de rumiantes y cultivo de arroz), las energías fósiles (el gas natural es metano) y los desechos que se descomponen.
Su poder de calentamiento es 84 a 87 veces mayor que el del CO2 a lo largo de 20 años, pero su duración de vida es más corta, lo que lo convierte en un factor importante para intentar limitar el calentamiento a corto plazo.
Reducir las emisiones de metano «tendría un fuerte efecto de enfriamiento (o de reducción del calentamiento) a corto plazo porque las concentraciones atmosféricas de metano caerían rápidamente», explica Mathijs Harmsen, investigador de la Agencia Holandesa de Evaluación Ambiental PBL.
«Las políticas deberían centrarse en medidas más fáciles y de bajo costo, como la reducción de las fugas de gas natural», sugiere.
Por el momento, a pesar de un compromiso global para reducir las emisiones firmado por muchos países, incluidos los de la UE y Estados Unidos, la tendencia no es positiva.
«El metano está aumentando más rápido en términos relativos que cualquier otro gas de efecto invernadero importante y ahora se encuentra en niveles 2,6 veces más altos que en la época preindustrial», escribía recientemente un equipo internacional de científicos bajo los auspicios de la organización Global Carbon Project.
El óxido nitroso (N2O)
El óxido nitroso o protóxido de nitrógeno (N₂O), el tercer gas de efecto invernadero, es casi 300 veces más potente que el CO2 en un período de 100 años.
Es emitido principalmente por los fertilizantes sintéticos nitrogenados y el estiércol utilizados en la agricultura.
Otras emisiones provienen de actividades humanas (industria química, aguas residuales, combustibles fósiles) o de fuentes naturales (suelos, océano).
«Las emisiones globales de origen humano, dominadas por los aportes de nitrógeno en los cultivos, han aumentado un 30% en las últimas cuatro décadas«, concluía un importante estudio sobre el tema publicado en Nature en 2020.
Una solución radica en un uso más eficiente de los fertilizantes.
«Dos tercios del potencial de mitigación del cambio climático del N2O podrían lograrse reduciendo los fertilizantes en solo el 20% de la superficie mundial de tierras cultivadas, especialmente en las regiones agrícolas subtropicales húmedas», escribía el investigador francés Philippe Ciais en 2021.
Los gases fluorados
Los gases fluorados (PFC, HFC y SF6) son poderosos gases de efecto invernadero que se encuentran en sistemas de refrigeración, bombas de calor, aires acondicionados o redes eléctricas.
Aunque se utilizan en cantidades mucho menores en comparación con otros gases, se destacan por su enorme poder de calentamiento: el SF6, que se utiliza en transformadores eléctricos, tiene un efecto invernadero 24.000 veces más potente que el CO2 en un período de 100 años.
El Protocolo de Montreal, firmado en 1987 y ratificado por 195 países, ya ha permitido reducir significativamente la cantidad de otro gas (CFC) que destruye la capa de ozono en la atmósfera. En 2016, el Acuerdo de Kigali también previó la eliminación progresiva de los HFC.
La UE concluyó el año pasado un acuerdo para prohibir gradualmente la venta de equipos que contengan gases fluorados, en particular los HFC, con el objetivo de eliminarlos por completo para 2050.
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