Las serpientes ingieren a sus presas enteras, sin necesidad de masticarlas previamente. La capacidad de abrir sus bocas más o menos determina el tamaño de las piezas que pueden consumir. A diferencia de las mandíbulas inferiores de los humanos y otros mamíferos, los huesos de la mandíbula inferior de estos reptiles no están fusionados. En su lugar, están unidos de manera flexible por un ligamento elástico, lo que les permite abrir sus bocas mucho más ampliamente. De hecho, las pitones birmanas (Python bivittatus), que pueden crecer hasta seis metros de largo y pesar más de 90 kg, llevan esta capacidad al extremo.
Un estudio publicado en la revista Reptiles & Amphibians revela que este tipo de pitón puede consumir presas mucho más grandes de lo que los científicos habían estimado. Así, pueden tragar presas enteras como ciervos y caimanes, y tienen una capacidad de apertura de mandíbula mayor de lo que se pensaba.
El equipo de biólogos liderados por Bruce Jayne de la Universidad de Cincinnati (EE UU) ha descubierto que las pitones más grandes capturadas en el Parque Nacional Everglades tienen una capacidad de apertura de hasta 26 centímetros —el equivalente a una circunferencia de 81 cm—, un 40% más grande en área que lo estimado anteriormente.
Impacto ecológico de estas serpientes
Esta capacidad permite a las pitones consumir presas significativamente más grandes. Un ejemplo notable, que ilustra esta información y que fue captado en Florida por técnicos de la Conservancy of Southwest, es una pitón que consumió un ciervo de 35 kg, lo que representa hasta dos tercios de la masa total de la serpiente.
El estudio destaca la preocupación por el impacto ecológico de estas serpientes invasoras, que fueron introducidas en Florida a través del comercio de mascotas, lo que implica un claro riesgo en esta zona, donde han diezmado poblaciones de zorros, linces, mapaches y otros animales.
Desde 2013, estos expertos han estado investigando las pitones birmanas y han eliminado 770 serpientes que colectivamente pesaban más de 15 000 kg. Para los especialistas, este esfuerzo es crucial para entender y controlar la población invasora y mitigar su impacto en el ecosistema de los Everglades.
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