Los ecosistemas costeros, en particular dunas y playas, se enfrentan a amenazas crecientes debido a la urbanización, el cambio climático y las prácticas de restauración y gestión ajenas las necesidades ecológicas de las especies presentes.
Dos investigaciones, dirigidas por Miguel Ángel Gómez-Serrano del departamento de Microbiología y Ecología de la Uninversidad de Valencia y publicados en las revistas Nature Ecology & Evolution y Trends in Ecology & Evolution, describen el proceso mediante el cual determinadas actividades podrían estar dañando la biodiversidad costera, y hacen un llamamiento a reconsiderar las estrategias actuales de restauración de dunas, así como la gestión de restos mareales, es decir, de los materiales naturales y antropogénicos que se depositan en las playas por acción del oleaje.
El artículo
En el primer trabajo, Gómez-Serrano advierte que las prácticas tradicionales de restauración de dunas están poniendo en peligro a las especies que dependen de hábitats abiertos y de sucesión temprana.
Según el artículo, estos hábitats, que son esenciales para muchas especies de plantas y aves costeras, están siendo afectados por proyectos de restauración dunar, cuyo diseño tiende a reducir la heterogeneidad ecológica de estos ecosistemas.
Las playas y sus dunas son hábitats dinámicos que albergan una diversidad única de especies adaptadas a condiciones cambiantes.
“Si bien las actuales intervenciones pueden ser beneficiosas para prevenir la erosión y proteger las costas de las inundaciones, también resultan perjudiciales para las especies que necesitan áreas abiertas para nidificar o alimentarse. Hoy por hoy, los proyectos de restauración dunar suelen estar más orientados a la repoblación vegetal de las dunas que a las necesidades vitales de las aves que las habitan”, lamenta el científico.
“Las aves litorales, como los chorlitejos patinegros, requieren de áreas abiertas con escasa vegetación para ubicar sus nidos, donde pueden detectar a los depredadores a tiempo mientras están incubando. El aumento de la cobertura vegetal reduce su capacidad para hacerlo, lo que disminuye su posibilidad de supervivencia”, añade.
Otros datos
El artículo llama también la atención sobre la presión adicional que suponen, para estas especies, factores como el cambio climático y la urbanización generalizada del litoral.
“El aumento del nivel del mar y la erosión costera comprometen el futuro de estos hábitats, impidiendo la migración natural de las dunas hacia el interior y creando una situación de compresión costera que restringe aún más el espacio disponible para la biodiversidad”, explica Miguel Ángel Gómez-Serrano.
En este contexto, el estudio alerta sobre la necesidad urgente de reconsiderar las prácticas de restauración actuales para evitar una mayor degradación de los ecosistemas dunares. “Las medidas que favorecen la estabilización de las dunas, como la reforestación y el cercado de áreas con vegetación densa, pueden ser contraproducentes en lugares donde los hábitats dinámicos son esenciales para la biodiversidad”, insiste el autor de la investigación.
La gestión de los restos mareales
En su segundo trabajo, Gómez-Serrano destaca la importancia de los desechos naturales depositados por el mar en la playa, como algas, maderas de deriva o restos de animales marinos. Los restos mareales son, según el estudio, fundamentales para los procesos de dispersión de las plantas litorales, para sostener las cadenas tróficas de la playa, para contribuir a la estabilización del sustrato arenoso y, al fin y al cabo, para el éxito de las aves que nidifican en las playas.
Sin embargo, tal como apunta el artículo, las prácticas actuales de limpieza de playas mediante maquinaria pesada eliminan no solo basura antropogénica, como plásticos y otros desechos humanos, sino también este material orgánico vital para el ecosistema.
“Las tareas de limpieza de playas con maquinaria pueden producir la pérdida directa de los nidos de las aves que crían directamente sobre la arena, como es el caso del chorlitejo patinegro. Además, esta limpieza deteriora el hábitat que utiliza para nidificar y reduce drásticamente su alimento, ya que los adultos y pollos de esta especie dependen de los invertebrados asociados a estos restos naturales”, detalla el científico.
Manejo sostenible de las playas y dunas
Ambos estudios coinciden en la urgencia de replantear las estrategias de manejo de las playas, integrando no solo las necesidades estéticas y recreativas, sino también los procesos ecológicos que sustentan la biodiversidad.
Instan a los gobiernos y autoridades locales a implementar regulaciones más estrictas en cuanto a la preservación y gestión de los desechos naturales en las playas, o en cuanto a la promoción de proyectos de restauración de dunas que incluyan objetivos de conservación para las especies que dependen de hábitats abiertos y dinámicos.
El artículo propone diferenciar, para la gestión de sus restos mareales, las playas urbanas de las naturales, y sugiere un panorama legislativo más incidente en la conservación de estos ecosistemas.
“La reciente aprobación por el Parlamento Europeo de la Ley de Restauración de la Naturaleza brinda una oportunidad para hacer las cosas bien en el futuro”, concluye el autor.
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