Mediante libros ilustrados Isela Xospa lucha para preservar el náhuatl y su invaluable patrimonio cultural desde el municipio de Milpa Alta de México, país donde esta lengua indígena pierde parlantes cada día. La artista nació en MilpaAlta -una de las 16 alcaldías de la Ciudad de México- y, tras emigrar a Nueva York y pasar allí más de una década volvió a su lugar de origen con el objetivo de preservar la tradición oral en una colección de libros ilustrados.

Hace poco vio la luz el primer volumen de esa colección:»In miqui yoli. El muerto vivo», un libro editado usando únicamente dos tintas: negra y naranja, el color de la flor de los muertos, el cempasúchil. El libro narra la historia de un enterrador que volvió a la vida gracias a las ofrendas puestas por los habitantes del pueblo en el tradición al Día de Muertos.

Es una revisión de un libro publicado en 1942 por Anita Brenner, «The boy who could do anything (El niño que podía hacer cualquier cosa)». En esta nueva edición, con textos en náhuatl y español, regresan personajes como el enterrador Pedro, familias nahuas típicas de la región, el niño que descubre que Pedro ha vuelto a la vida o incluso la Muerte.

Todos ellos ilustrados en el particular estilo de la artista, que se deshace de las convenciones estéticas que tiene el cuerpo y dibuja a todos con forma cúbica. “Los niños deben ser los principales receptores de esto, pues de ellos dependerá a la larga que la lengua se preserve,que las tradiciones se sigan transmitiendo”. Para la ilustradora, cuando muere una lengua, muere toda una forma de ver el mundo.

Por: EFE