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Método de aislamiento para combatir el frío en la Antártida argentina

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Buenos Aires, Argentina.

La base Marambio, ubicada en la Antártida argentina, registra cada invierno temperaturas cercanas a los 40 grados bajo cero. Frío que ha dejado de combatirse a base de gasoil gracias a un sofisticado modelo de aislamiento térmico que puede suponer una revolución para este tipo de climas.

En estas instalaciones suelen vivir unas 50 personas, en su mayoría científicos y biólogos marinos, repartidas en varios módulos habitacionales que usaban grandes cantidades de gasoil antártico.

Todo esto con el fin de prevenir su coagulación a bajas temperaturas para mantenerse en condiciones habitables, una cifra que las autoridades estiman en 800 mil litros anuales.

El Comando Conjunto Antártico que reúne al Ejército, la Armada y la Fuerzas Aéreas argentinas decidió el año pasado reducir la cantidad de combustible fósil. Tiene un costo aproximado de entre 12 y 15 dólares por litro debido en parte a lo complejo de su traslado hasta la Antártida.

En este contexto convocaron a expertos en eficiencia energética del Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI) con el objetivo de elaborar un plan que permitiera el ahorro de gasoil en un 25 %, para lo que contaron con el apoyo de inversiones público-privadas.

La comisión de expertos decide realizar el trabajo de aislamiento en la parte interna de los habitáculos, debido a que el clima dificulta todo tipo de trabajo externo, sobre unos paneles que «eran muy deficientes para la condición climática a la que estaban expuestos», construidos en su mayoría de aluminio sin recubrir.

«Sobre el panel existente se hizo una separación de 50 milímetros con placas de lana de vidrio rígida. Luego, mediante perfilería de acero galvanizado, pero no en contacto con el panel existente para no generar un puente térmico, se realizó el emplacado», añadió Benacchia.

A este trabajo se unió una segunda tarea: renovar todas las ventanas. «Las ventanas tenían un estado de obsolescencia importante. Las últimas ventanas que se habían colocado allí fueron realizadas a mediados de los años 90.

Para subsanar este problema se eligió un modelo con triple vidriado hermético y una composición del 90 % de argón en sus cámaras, una ventana con escaso uso comercial debido a su alto precio pero que puede soportar temperaturas extremas.

Una vez diseñado el plan faltaba una de las partes más complicadas: trasladar todos los materiales desde Buenos Aires hasta la Antártida.

El pasado diciembre se llevó a cabo la fase de aislamiento en la cara interna de las habitaciones y profesionales del INTI instalaron las primeras ventanas e instruyeron a los habitantes de la base para que puedan finalizar un proceso que esperan culminar durante este año.

Por ahora los resultados están cumpliendo la expectativas con creces. Las zonas aisladas presentan temperaturas que oscilan entre los 16 y los 19 grados en lugares que antes de la intervención podían llegar a los 15 grados bajo cero.

Cálculos elaborados con programas de simulación estiman que se puedan ahorrar entre 160 mil y 180 mil litros de gasoil por año, que se mantendrán almacenados para usar en caso de emergencia.

Además, el aislamiento térmico permite menos horas de uso en las unidades de tratamiento de aire que anteriormente debían estar funcionando unas 20 horas cada día, lo que se traduce en un importante ahorro energético.

Ante lo positivo de la experiencia, el Comando Conjunto Antártico planea extenderlo a otras bases, aunque antes quieren finalizar esta remodelación pionera.

Por: EFE/ Aitor Pereira

Noticiero Científico y Cultural Iberoamericano – Noticias NCC
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