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La bitácora del Vosjod-2 revela los secretos de la primera caminata espacial

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Moscú, Rusia.

«Estoy en perfecto estado físico», escribió un día como hoy hace 55 años en la bitácora de la nave Vosjod-2 el cosmonauta ruso Alexéi Leónov; tras la primera caminata espacial de la historia. Un testimonio humano y científico único inscrito en hojas marcadas por el tiempo que acaba de ser desclasificado.

La bitácora, de 99 páginas manuscritas y tres anexos escritos a máquina y con anotaciones a mano, fue publicada el 18 de marzo por la agencia espacial rusa, Roscosmos, junto a otros 21 documentos oficiales con motivo del 55 aniversario de la primera caminata espacial.

«Durante el quinto minuto de la caminata espacial cambié la presión a 0,27. La movilidad se incrementó y me siento en perfecto estado físico. El suministro de oxígeno es excelente. Durante los acercamientos y alejamientos (a la nave) se me cansaban mucho las manos», se lee la anotación apresurada de Leónov.

La hizo pocos minutos después de regresar a la Vosjod.

Su caligrafía más que a la de un piloto se parece a la de un médico, y contrasta con la escritura cuidada del capitán de la nave, Pável Beliáev.

UN HITO EN LA HISTORIA ESPACIAL

Al difundir estos documentos, Roscosmos calificó la gesta de Leónov, quien falleció el 11 de octubre pasado a los 85 años, como un «suceso de gran importancia para toda la civilización: por primera vez un ser humano abandonó los límites de una nave espacial y salió al espacio».

El cosmonauta estuvo fuera de la nave durante doce minutos y nueve segundos, unido a ella por una correa de 5,35 metros.

El vuelo no estuvo exento de situaciones inesperadas. La caminata comenzó cuando la Vosjod-2 sobrevolaba el Mar Negro y Leonóv, «disparado como un corcho, comenzó a ‘leonovizar'», término inventado a partir de su apellido y que describe el estado del hombre cuando se encuentra en el espacio exterior.

A partir de ahí continuaron los problemas, el peor de los cuales estuvo relacionado con un aumento de la presión en el traje espacial de Leónov, que aumentó considerablemente sus dimensiones.

Siguiendo las instrucciones, Leónov intentó entrar por la escotilla inicialmente con sus piernas hacia adelante, pero a la altura de los muslos se atascó debido a que el traje espacial se había hinchado.

La situación fue crítica: Leónov en el interior del traje no conseguía utilizar sus manos, las reservas de oxígeno alcanzaban apenas para media hora y quedaban cinco minutos para que la nave volara por la parte oscura de la Tierra, es decir, que permaneciera casi una hora en la más absoluta oscuridad.

El cosmonauta confesó años después que sin consultar a nadie redujo la presión y entró de cabeza por la escotilla.

Las anotaciones en la bitacora al respecto son lacónicas, pero sí confirman en la página 65 que se vio obligado a entrar de cabeza por la escotilla debido a «incomodidades».

Los problemas también se sucedieron al regreso, porque no se cerró herméticamente la escotilla, no funcionó el sistema de defensa automático y los cosmonautas, al ejecutar el descenso con los mandos manuales, aterrizaron en un lugar muy apartado de la zona prevista.

LA CONQUISTA DEL ESPACIO ANTES DE LAS COMPUTADORAS

Serguéi Butin, asesor del director general de Roscosmos, comentó que «a la nueva generación le cuesta comprender cómo seis décadas atrás, sin supercomputadoras, cuando Rusia apenas se levantaba de las ruinas de la Segunda Guerra Mundial, los ingenieros rusos lograron construir naves espaciales y calcular trayectorias de vuelo con solo una regla de cálculo».

La bitácora del Vosjod-2 describe minuciosamente las actividades de los cosmonautas desde el despegue del 18 de marzo hasta el aterrizaje, un día después, para mostrar la increíble, casi sobrehumana, intensidad de esa jornada en el espacio.

Escrita totalmente a mano, utilizando lápices de colores y dos caligrafías diferentes, la bitácora va mucho más allá de mostrar el cronograma del vuelo, con escasos momentos para dormir y alimentarse entre experimentos y observaciones.

«Ya desde antes del despegue esta bitácora no era una hoja en blanco. La mayor parte estaba llena, era una especie de diario escrito de antemano. A los cosmonautas solo les restaba añadir las correspondientes anotaciones conforme al plan de observaciones y experimentos», explicó Butin.

Se trata de un informe que detalla las observaciones visuales de los cosmonautas -apoyadas a veces con dibujos rústicos-, ofrece datos concretos como temperaturas y presiones en los diferentes compartimentos de la nave, además de describir todos y cada uno de los pasos de los cosmonautas.

FUENTE DE INSPIRACIÓN

Para Butin, la importancia de la publicación de este tipo de documentos radica no solo en que influyen en la «lógica del pensamiento técnico de los ingenieros y cosmonautas actuales, sino que fortalecen la motivación de los profesionales actuales y moviliza su fantasía como creadores e ingenieros».

«Supongo que ver en estos documentos las anotaciones hechas por los padres fundadores de la industria espacial inspira a los nuevos especialistas del mismo modo que para un pintor ver las obras inmortales de Leonardo da Vinci o para un escritor leer a Cervantes», opinó.

Las anotaciones de la bitácora también muestran resultados de las pruebas del sistema vestibular de los cosmonautas, su estado físico, exámenes neurológicos, así como de la percepción visual de los colores.

Incluso se llevó a cabo un registro de todas las fotografías realizadas, con indicaciones detalladas del diafragma, la velocidad y la distancia focal de cada instantánea.

Además de la bitácora, los demás documentos también son de gran valor histórico y están vinculados en su mayoría a Serguéi Koroliov, considerado el padre de la cosmonáutica soviética y el artífice de los hitos más notables en la historia de la exploración del cosmos.

Por: EFE

Noticiero Científico y Cultural Iberoamericano – Noticias NCC
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